Hace unos meses publiqué en las redes sociales una noticia que hacía referencia a los jardines de Panrico . Por lo que he podido comprobar en los comentarios que han ido haciendo, a pesar de la ser uno de los jardines botánicos más importantes de Europa, su existencia es todavía desconocida por muchas personas.
Se trata de los Jardines de la Fonte Baixa en el Principado de Asturias, a dos kilómetros de Luarca, en la parte alta de la Villa Blanca. Más conocido como los Jardines de Panrico, haciendo referencia a la conocida empresa española, de la que fue socio fundador el propietario de esos jardines, José Rivera Larraya (1936).
Yo no he tenido la suerte de visitarlos. Para aquellos que no supieran de su existencia, os propongo acompañarme a descubrir estos maravillosos jardines, aunque tenga que ser de manera virtual, de momento.
En una extensión total de 20 hectáreas, existen 12 hectáreas ajardinadas, donde nos vamos a encontrar más de 500 especies vegetales procedentes de todo el mundo. Ese es el resultado de 21 años dedicados a la creación de este pequeño paraíso por parte del empresario madrileño, José Rivera, quién afirmó “ a mí me quita años estar en este lugar”, al recoger el premio que le concedió, en 2011, la Asociación Asturiana de Periodistas y Escritores de Turismo.
Cuando se retiró y trasladó a vivir a Asturias, Jose Rivera adquirió una pradera que le cautivó por su paisaje, asomando al Mar Cantábrico. Junto a su segunda esposa, Rosa María Pardo, fueron creando un vergel, que irían ampliando con los años, al adquirir más fincas colindantes.
Plantó abedules, magnolios, castaños centenarios (salvados de una tala segura) o cipreses de Leyland (leilandis) ; secuoyas, rododendros y más de 25.000 azaleas. Más de 10.000 camelias que pertenecen a 1.000 variedades diferentes (existen alrededor de 5.750 variedades reconocidas), algunas de 200 años. Las hortensias, muchas de ellas de 3 metros de altura, se extienden a lo largo de cuatro kilómetros y medio.
Especies exóticas, como el milenario ginkgo biloba, el único ser vivo que resistió a la bomba de Hiroshima; helechos de los bosques de Tasmania o la Gunnera manicata de Brasil, con hojas de 2 m de diámetro. Un bonsái japonés «Acer palmatium rojo» con más de 250 años. Metrosideros excelsa de Guayana o árbol de hierro, que fue de los primeros en plantarse en el jardín. Y suma y sigue hasta completar una lista de 500 especies que convierten este espacio en un jardín botánico ejemplar.
El viverista y paisajista asturiano Rafael Ovalle se encargó del diseño de los diferentes espacios de este jardín singular. Él mismo reconoce que fue un gran reto, por el emplazamiento, las dimensiones y la importancia de su propietario. El resultado de su trabajo es un jardín naturalista privado excepcional, con diversidad de plantas que van de las mediterráneas hasta las eurosiberianas. Ovalle considera que no se ha diseñado en España ni en Europa un jardín como éste. Está orgulloso de su trabajo aunque también reconoce que el suelo ácido de la zona, junto a su temperatura subtropical y el alto índice de lluvias, ha contribuido a esta exuberancia
El viverista y paisajista asturiano Rafael Ovalle se encargó del diseño de los diferentes espacios de este jardín singular. Él mismo reconoce que fue un gran reto, por el emplazamiento, las dimensiones y la importancia de su propietario. El resultado de su trabajo es un jardín naturalista privado excepcional, con diversidad de plantas que van de las mediterráneas hasta las eurosiberianas. Ovalle considera que no se ha diseñado en España ni en Europa un jardín como éste. Está orgulloso de su trabajo aunque también reconoce que el suelo ácido de la zona, junto a su temperatura subtropical y el alto índice de lluvias, ha contribuido a esta exuberancia
Tambien hay algo de eclecticismo artístico y a la belleza natural del jardín se unen valiosos elementos de coleccción. No en vano, José Rivera había ejercido como anticuario en una conocida casa de subastas de su propiedad en Madrid.
Pero, sin duda, lo que realza aún más toda la belleza de este lugar único , es lo que su propietario llama el ‘paisaje prestado’ que es, según sus palabras, el mar, que se puede contemplar desde los miradores que asoman a todo el litoral de Luarca. Para él, el mar es el punto de fuga del jardín y, a veces pacífico y otras tenebroso, le da un contraste diferente, en función de la época del año. También destaca del jardín la policromía estacional: ‘El color estalla en primavera, pero yo prefiero la profundidad del invierno, o esos carmines raros de los liquidámbar en otoño’
En fin, no me diréis que no apetece hacer un recorrido de 5 kilómetros por un lugar parecido al paraíso. Para los que estén cerca o tengan previsto viajar a la zona, que sepan que, aunque es un jardín privado, se puede visitar de manera gratuita, previa petición de cita, en el teléfono 98 547 08 61.
Para los más curiosos, existe un libro que publicaron el año pasado: Nuestro Jardín en Asturias con 359 páginas, de las que el 90% son imágenes realizadas a lo largo de las cuatro estaciones.
Yo estoy empezando a ahorrar. Primero la visita. Ya voy por Zaragoza, más o menos. Malo será que no llegue pronto al paraíso de Asturias.
Imágenes
Fuentes.
fueradeserie.expasión.com
lavozdegalicia.es