Las líneas rectas son un invento del hombre, según Javier Senosiain, arquitecto mejicano que se ha convertido en el representante de la arquitectura orgánica, que él denomina bioarquitectura.
Este arquitecto, profesor en la Facultad de Arquitectura de la UNAM, trabaja con materiales basados en cemento y acero, con poca necesidad de manutención estructural y gran resistencia a los terremotos. Para su diseño se inspira en aspectos como la orografía del terreno, el entorno, la orientación, las vistas y la identidad cultural.
Persigue un hábitat natural: “el ser humano no debe desprenderse de sus impulsos primigenios, de su ser biológico. Debe recordar que él mismo proviene de un principio natural y que la búsqueda de su morada no puede desligarse de sus raíces; es decir, debe evitar que su hábitat sea antinatural”.
Del terreno busca las cualidades naturales y se adapta a ellas, para alterar en la menor medida el entorno. Para ese objetivo, los espacios curvos se convierten en aliados y, además, resultan armoniosos y acogedores.
La dificultad de decorar eso muros curvos se compensa con grandes ventanales que llenan ese hábitat de espacios dirigidos al exterior. La mirada siempre hacia la naturaleza.
Una volumetría pesada en la que interviene el color, así define el propio arquitecto su obra: “Yo lo definiría desde el punto de vista plástico. El estilo de la arquitectura en cuestión tiene que ver con la identidad de México. Es la orografía de México que vemos ahí en Oaxaca. La imponente expresión que tienen las montañas, esa volumetría que tiene una gran fuerza, esa expresión, se refleja ahí mismo en Monte Albán, las pirámides, los conventos, en las haciendas del siglo XVI donde domina el macizo sobre el vano, en una volumetría pesada. Yo siento de alguna manera que la arquitectura que hemos hecho refleja eso: es una volumetría pesada, en la que interviene el color, quizás es una de las características más importantes de esta arquitectura”
Las imágenes que comparto hoy con vosotros corresponden a Nautilus construida en Naucalpan, Estado de México, en 2007 y esta ocasión la inspiración viene del mar.