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Cuando las flores se van


El calor, la sequía y la falta de tiempo nos brindan la oportunidad de admirar la dignidad con que se despiden algunas flores. Unas se marchan sin más y otras nos dejan un provechoso regalo, y cada una de ellas tiene su particular modo de decirnos adiós.


Como bailarinas las flores de la Rudbeckia. Las más divertidas, las  de la Gaillardia. Las más alegres, las estrellas del Osteospermum. Con mucho estilo, las inflorescencias de la Salvia farinacea. Juguetonas, las del Argyranthemum frutescens. Recogidas, como las de la Salvia officinalis. Las clásicas, las de la Rosa, por supuesto. Lloronas, las del Cordyline australis.  Sin agacharse, la del Allium schoenoprasum. Con movimiento, las del Cosmos bippinatus.  Muy pegajosas las de la Petunia. Todo un disfrute, las de la Hydrangeay… que voy a decir, las más bonitas y fragantes, las de la Gardenia jasminoides… digo yo.

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