No soporta la sombra, necesita calor y los suelos muy secos (es indicadora de sequedad) y alcalinos (es indicadora de alcalinidad).
Con esos precedentes, no es de extrañar que esta hierba bienal se pueda ver asomando en esta zona por todos los rincones en los que el suelo es pedregoso y pobre en nitrógeno. Desde el nivel del mar hasta los 2200 m de altitud crece en cultivos abandonados, pastizales o cunetas. Qué privilegio contar con el azul intenso de sus flores, qué bonitas rosetas a ras de suelo anunciando lo que vendrá, pero qué preocupante que nos indique con tanta insistencia la sequedad del terreno. Aquí, allá, por todas partes está brotando y vosotros diréis ¿hacían falta tantas fotos? y yo digo: pues sí, tantas como brotes de echium encuentro cada día, tantas como la persistente sequía.