flora silvestre

En suelo pedregoso

Árido y pedregoso, así  es el terreno, y suelto, porque el vecino que cuida esa parcela lo remueve con frecuencia.
 

 
Una hora de lluvia intensa hace ya días, parece haber sido  suficiente para despertar, a lo largo de las dos últimas semanas vida,  convirtiendo ese pedacito de terreno en una especie de jardín mediterráneo en miniatura. Hay que agacharse para descubrir esos brotes asomando- tímidamente en algunos casos y con todo descaro en otros- entre las pequeñas piedras.  Un muestrario por el que paso todos los días y reviso al detalle, por si se ha escapado alguna joya o ha brotado precisamente ese día y tengo la primicia.
 
 
Descubres el primer brote de un algarrobo o un pino; del lentisco o coscoja; de romero, oregano o ruda; sedum por todas partes; hierbas con bellas y diminutas flores y, cómo no, las “alóctonas más autóctonas” de la zona, chumberas y opuntias brotando junto a las plantas madre que crecen junto al lentisco y la coscoja, bien pegados todos, como si estuvieran diciendo: a ver quién es más de esta tierra; o esas diminutas flores que cuando te acercas crecen y se hacen inmensamente bellas. También hay combos, mas bien, agrupaciones al pie de un pino, por ejemplo, compitiendo por esa sombra que hace la vida un poco más saludable incluso para esas plantas tan mediterráneas y amantes del sol. Las que no quieren sombra, tienen todo el terreno para ellas, ahora salgo aquí y después allí. Así, te muevas en la dirección que te muevas siempre encuentras alguna recompensa. Poneros cómodos ¡que hay muchas!
 
 
 

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