Cuándo plantar bulbos y otros órganos subterráneos de almacenamiento de nutrientes, en qué fecha es mejor enterrarlos y a qué profundidad y distancia entre ellos. Qué hacemos con los bulbos una vez que ha finalizado su ciclo. Hoy vamos a encontrar respuesta a estas y otras muchas preguntas sobre cómo cultivar plantas bulbosas.
Aunque solemos hablar de bulbos o plantas bulbosas para referirnos de forma genérica a aquellas especies vegetales con órganos subterráneos de almacenamiento de nutrientes, en realidad no todas crecen a partir de bulbos, sino que existen otros órganos como los cormos, tubérculos y rizomas.
Bulbos y otros órganos subterráneos de almacenamiento de nutrientes
En la naturaleza, hay una serie de plantas perennes que producen órganos especializados de almacenamiento de nutrientes que les aseguran poder vivir durante muchos años.
Son plantas que suelen perder todas sus partes aéreas, conservando solamente estas estructuras subterráneas durante los periodos de dormancia. Esto permite que sobrevivan a las condiciones ambientales adversas tales como los invierno fríos y o los veranos secos. Además, estas plantas aprovechan estos órganos subterráneos como una forma de difundirse y multiplicarse.
Bulbos
Un bulbo verdadero es esencialmente un tallo muy corto con un punto de crecimiento encerrado por hojas modificadas gruesas y carnosas llamadas escamas.
Son precisamente estas escamas las que almacenan las reservas nutricionales que permiten mantener vivo al bulbo durante la dormancia y el rebrote posterior. Son ejemplos clásicos de bulbos los tulipanes, narcisos, crocos y múscari.
Cormos
Un cormo es la base engrosada y subterránea de un tallo macizo, rodeado de hojas a modo de escamas que lo protegen, donde se almacenan las reservas nutricionales de la planta. Un buen ejemplo lo encontramos en los gladiolos y las fresias.
Los cormos suelen confundirse con los bulbos porque tienen un aspecto muy similar. La distinción más clara entre ambos es que los bulbos están formados por muchas escamas carnosas, mientras que los cormos son estructuras macizas. Además, los cormos, suelen tener una vida mucho más corta que los bulbos.
Tubérculos
Los tubérculos son tallos subterráneos o raíces modificadas y engrosadas en los que se acumulan los nutrientes de reserva para la planta. Se diferencian de los bulbos porque no poseen escamas ni cualquier otra capa de protección y, además, no emiten hijuelos.
Encontramos ejemplos de plantas que crecen a partir de tubérculos en las begonias tuberosas y el ciclamen. Las dalias y los lirios de día (Hemerocallis) también desarrollan tubérculos, pero éstos son tubérculos de raíz, porque en realidad son raíces engrosadas que forman yemas adventicias a partir de cualquier extremo, desde las cuales crecen tallos y raíces.
Rizomas
Los rizomas son tallos que crecen horizontalmente o justo debajo de la superficie del suelo. Ese tallo está formado por nodos e internodos, a partir de los cuales se desarrollan las hojas, los tallo, las raíces y las yemas florales. Tal es el caso, por ejemplo, de los iris barbados, la caña de las Indias, el bambú y el popular jengibre.
Los rizomas se puede separar en trozos y, siempre que cada pedazo tenga un punt de crecimiento, se le puede inducir a que desarrolle una nueva planta.
1. Plantar bulbos y otros órganos subterráneos
Al cultivar plantas bulbosas, lo primero que tenemos que saber es cuándo plantar los bulbos, cormos, tubérculos o rizomas, puesto que ni todos los climas son iguales, ni las plantas bulbosas se plantan en la misma época.
Eso sí, en líneas generales, la mayoría de las plantas bulbosas de primavera se suelen plantar a lo largo del otoño y hasta que el suelo se congela; y las plantas bulbosas de flor de verano se plantarán en primavera, una vez que hay desaparecido el riesgo de heladas.
Elegir el lugar donde cultivar las plantas bulbosas
Lo primero que tenemos que decidir cuando vamos a cultivar plantas bulbosas es dónde van a crecer. Antes de elegir el lugar donde irá el bulbo en el contexto del paisaje, será necesario tener en cuenta la luz que necesitará cada especie ¿Qué requiere la planta? ¿Sol, semisombra, sombra?
Por ejemplo, los bulbos que florecen a principios de primavera y requieren situaciones soleadas, puesto que florecen antes de que la mayoría de los árboles o arbustos caducifolios comiencen a brotar, pueden plantarse bajo estos árboles o arbustos sin problema. Por el contrario, si la especie requiere crecer en sombra, habrá que plantar los bulbos bajo árboles y arbustos perennes.
También hay que tener en cuenta cuando al cultivar plantas bulbosas es que los bulbos de flor de primavera plantados con orientación sur florecerán antes que los mismos bulbos plantados con orientación norte, y los plantados en una colina florecerán antes que los bulbos plantados en un llano.
En lo que se refiere a los bulbos de flor de verano, en líneas generales suelen necesitar situaciones de sol o semisombra.
Preparación del suelo
La preparación adecuada del suelo es importante, ya que el drenaje del suelo resulta esencial en el cultivo de plantas bulbosas. Si el suelo es muy arcilloso, puede mejorarse agregando compost o alguna otro tipo de materia orgánica en los primeros 30 cm de suelo (45 cm es aún mejor). El pH óptimo de los bulbos es de 6 a 7.
Además, la tierra donde se planten los bulbos (excepto los bulbos pequeños de floración temprana) puede cubrirse con 5 a 8 cm de mantillo orgánico, con el fin de minimizar la fluctuación de temperatura y mantener un nivel óptimo de humedad.
Fertilización
Tanto los bulbos de flor primavera como los de verano necesitan abono rico en fósforo para favorecer el desarrollo de la raíz. No debemos olvidar que el fósforo una vez aplicado al suelo se mueve muy poco. Algunos bulbos se plantan a una profundidad de 15 a 20 cm, y la tierra que se encuentra debajo del lugar donde se colocarán los bulbos será la que se mezcle con el fósforo para que las raíces puedan luego absorberlo.
Desde que asoman los brotes hasta que la planta florece por completo, conviene fertilizar los bulbos de flor de primavera y verano una vez por mes aplicando un fertilizante soluble 10-10- 10 (o similar) en la dosis indicada por el fabricante
Profundidad de plantación
Cuando se plantan los bulbos, es necesario poder reconocer qué extremo es la parte superior del bulbo, ya que este es el que debe plantarse más arriba.
Al cultivar plantas bulbosas, la regla general para los bulbos de primavera es plantarlos a una profundidad de dos a tres veces el largo del bulbo. Esto significa que la mayoría de los bulbos grandes como los tulipanes o los narcisos atrompetados debe plantarse a una profundidad de aproximadamente 20 cm, mientras que los bulbos más pequeños deberán plantarse a una profundidad de 8 a 10 cm aproximadamente.
El método más adecuado para realizar la plantación es cavar y ablandar la tierra hasta la profundidad deseada. Luego, se colocan los bulbos en la tierra ejerciendo un poco de presión y se cubren con la misma tierra.
También se puede realizar la plantación individual con un plantador de bulbos, un sistema tal vez menos práctico y eficaz, si tenemos en cuenta, además, que en muchos tipos de suelo los plantadores de bulbos no funcionan bien.
Riego de bulbos
Una vez plantados los bulbos, se deber regar para que la tierra se asiente y proporcionar la humedad necesaria para que la planta enraíce. Eso sí, hay que evitar regar en exceso para evitar que los bulbos se pudran.
Tanto los bulbos de flor de primavera como los de verano se deben comenzar a regar cuanto aparezcan los primeros capullos si la tierra está seca. El riego superficial no dará resultado, ya que los bulbos se han sembrado a 15 o 20 cm de profundidad y el agua debe llegar hasta esa profundidad.
Al regar, hay que mojar sólo la tierra, evitando que el agua alcance la flor. Conviene tener en cuenta que algunos bulbos, como los de Allium o los bulbos de plantación poco profunda, se pudrirán rápidamente si se los riega en exceso en el calor del verano.
Cortar el follaje
Un aspecto importante a considerar al cultivar plantas bulbosas es que, aunque el follaje puede resultar poco atractivo una vez que comienza a marchitarse, lo adecuado es esperar que se torne amarillo y muera de manera natural antes de cortarlo.
Hay que tener en cuenta que, después de florecer, la planta necesita que las hojas verdes produzcan alimento (fotosíntesis) que se almacena en el bulbo para el crecimiento del año próximo. Si el follaje se corta temprano, la planta no podrá seguir produciendo reservas y esto dará como resultado un bulbo débil que gradualmente irá declinando hasta morir. Además, si lo hacemos en el momento adecuado, será más probable que acaben naturalizándose.
Si queremos distraer la atención del follaje amarillento, se pueden intercalar los bulbos con otras plantas anuales de flor, en el caso de los bulbos de flor de primavera; o con vivaces, en el caso de bulbos de flor de verano.
Soporte con estacas
Algunos bulbos de flor de verano, como las dalias y los gladiolos, en ocasiones necesitan soporte adicional para poder mantenerse erguidos. Para sostener aquéllas plantas de tallo débil resultan útiles los anillos de soporte. Las estacas también cumplen esta función. Conviene colocar las estacas en la tierra cuando se planten los bulbos o tubérculos, para evitar dañarlos cuando estos ya hayan crecido.
2. Recolección y almacenaje de bulbos
Una vez que el follaje se marchita o madura al final de la primavera o a principios del otoño, las raíces del bulbo también van muriendo y el éste entra en estado de latencia. Si fuera necesario desenterrar los bulbos para conservarlos en un lugar resguardado, ese es el momento ideal.
Desenterrar bulbos de flor de primavera
El verano es el período de latencia para las plantas bulbosas de flor de primavera y, por lo tanto, el momento óptimo para desenterrarlos si fuera necesario. Éstos deberán almacenarse en un lugar bien ventilado y replantarse en el otoño.
Después, con las lluvias de otoño, el bulbo sale de la latencia del verano y las raíces comienzan a crecer nuevamente para proveer al bulbo de nutrientes y humedad.
Hay especies, como los narcisos del grupo trompeta y los crocos, que deben recolectarse y resembrarse cada cinco años para evitar el exceso de bulbos. Si queremos saber cuando hay exceso de bulbos, la primera señal será una flor más pequeña, florecimiento desparejo y alturas no uniformes. Cuando esto ocurre, hay que desenterrar los bulbos de la tierra y dividirlos para replantarlos después.
Desenterrar bulbos de verano
En el caso de las bulbosas de flor de verano, en otoño, cuando las hojas comienzan a tornarse amarillas, es el momento de recolectar y almacenar los bulbos.
Después de desenterrarlos, hay que revisar bien los bulbos para ver si tienen algún tipo de enfermedad. Sólo se deben guardar los bulbos grandes, firmes y sanos que no estén manchados. Los bulbos pequeños se desechan.
Una vez desenterrados y seleccionados, se limpia todo resto de tierra que esté pegada al bulbo y se extienden en la sombra hasta que se sequen.
Cuando estén secos, se almacenan resguardados de la luz solar en algún lugar fresco y seco como un sótano, bodega, garaje o cobertizo, a aproximadamente 15ºC a 18ºC. Evitar temperaturas de menos de 10ºC o de más de 21ºC, salvo que tengamos instrucciones diferentes para algún tipo de bulbo en particular. Los bulbos pueden almacenarse en recipientes con turba, arena, perlita o vermiculita.
Existen algunas especies en los que no se tiene que quitar la tierra del bulbo, sino que se almacenan con tierra alrededor, como es el caso de las begonias, las cannas o las dalias, entre otras especies de plantas bulbosas. En ese caso, los bulbos se almacenan en grupos sobre una capa levemente humedecida de turba o aserrín en un lugar fresco. Justo antes de plantarlos es cuando se lavan y separan los bulbos.
Es importante que circule aire por los bulbos que almacenamos. Por eso, nunca se deben almacenar bulbos a más de dos o tres capas de profundidad, ya que las pilas profundas de bulbos generan calor y podredumbre.
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