Hay quien nace con un don y su brillo es imposible apagarlo, de igual modo que hay quién nunca podrá brillar, por más luces que encienda. Las fotografías personales, notas y diseños de jardines no realizados por Russell Page se exponen en el Garden Museum de Londres hasta el 21 de junio.
Paradójicamente, mientras en Londres se celebra su trabajo, en Manhattan, Nueva York, su jardín en el museo Colección Frick está a punto de desaparecer y en su lugar se realizará una ampliación de ese museo, que ha visto aumentada su colección en los últimos años y, al parecer, necesita ese espacio. Pero ese es un tema que merece una mención aparte.
Russell Page (Lincolnshire, 1906–1985) se definió a sí mismo como “el más famoso diseñador de jardines del que nadie había oído hablar”. No se trataba de alta o baja autoestima, sino de una manera de decir medio en broma, que a pesar de trabajar para celebridades y personas influyentes, lo hacía de forma discreta. Hoy en día es considerado como el maestro de la estructuración de la naturaleza con ojos de un arquitecto. Arbustos recortados, estanques relucientes y amplias vistas. Espacios verdes, muy verdes y mucha calma en medio de entornos urbanos bulliciosos. Su capacidad para ser considerado un arquitecto paisajista experto en plantas o en un jardinero experto en diseño de jardines, es conocida y reconocida por él mismo.
Rusell Page | Jardín en Villa Silvio Pellico, Turin, Italia | Ilustración ©Konstantin Kakanias |
Estudió en la Slade School of Art de Londres y París. Después, su pasión por las plantas le llevó a desarrollar una carrera como diseñador de jardines a partir de 1928. Desde 1945 hasta 1962 vivió y trabajó en Francia, y sus diseños viajaron no solo por Europa (especialmente Italia y Francia), sino también por Oriente Medio y el Norte y el Sur de América. ¿Qué es, aparte de sus diseños, lo que hacen especial el estilo de Russel Page?. Muchos expertos coinciden en que su talento era poco común porque existía una combinación de talento artístico y de horticultor experto. Esa mezcla, lógicamente, tiene todas las de ganar.
A lo largo de su trayectoria profesional ha realizado proyectos de jardinería de pequeños y grandes jardines, privados y públicos, incluidos diseños de jardín para parques empresariales, como la sede mundial de PepsiCo en Nueva York donde, además, creó un jardín de esculturas. Todos, proyectos muy diversos en los que la tradición europea y su gusto por los jardines islámicos se hacían evidentes y su gran conocimiento y uso de árboles y plantas, brillaba. Entre sus discípulos, Paolo Pejrone.
Pero también llegó su libro. En 1962 publicaba “La educación de un jardinero”, una crónica de su trabajo hasta ese momento y hoy considerado como libro de referencia. En el último capítulo de ese libro, Russell Page habla de cómo sería su jardín ideal, fantasea con él, lo describe, mientras comenta que, a sus 56 años, todavía no ha tenido su propio jardín desde que tenía 18. Hasta ese momento, el jardín de sus sueños, pequeño, solo había existido en su imaginación.
Hay un vídeo que forma parte de la exposición en el Garden Museum y hace referencia a ese capítulo, al jardín ideal en la mente de Russel Page. Producido por Dorothea Gibbs y con ilustraciones de Rebecca Strickson, el vídeo es sencillamente una joya. Emociona, conmueve la sensibilidad y genialidad de Russell Page y la maestría con la que se ha realizado ese vídeo. Espero que os guste y, aunque sus palabras se expresan en inglés, la entonación de la persona que lo narra nos sitúa muy cerca de él y las ilustraciones ayudan a seguir su recorrido a través de la creación de ese jardín soñado por Russell Page. Hasta para soñar hay que tener un don.