Celebrando la primavera en el jardín de Monet: Clos Normand

Cuando Claude Monet se instaló en Giverny, ese jardín de una hectárea lo formaban un huerto de manzanos y un jardín comestible. El amplio camino estaba bordeado de cipreses y abetos. En la puerta principal de la casa, los macizos de flores eran bordeados por bojes recortados. “Le Clos Normand” comenzó entonces a transformarse para poder convertirse en el jardín que Monet deseaba: un jardín lleno de simetrías, perspectivas y colores. Parterres con macizos de flores de diferentes alturas y grandes arcos metálicos, para soportar las rosas trepadoras, que sustituían a los abetos. Los manzanos se cambiaron por cerezos y albaricoqueros japoneses; y el suelo se tiñó de colores, cubierto por una alfombra de miles de flores.