Es realmente interesante ver el papel que han jugado los jardines en la evolución del arte desde principios de la década de 1860 hasta la de 1920. Lo vimos en la presentación de Painting the Modern Garden: Monet to Matisse, la exposición que pudo verse en Londres la pasada primavera.
De forma inversa, también podría decirse que el arte, y muy especialmente la pintura, ha servido de inspiración a la hora de diseñar los jardines. La imagen de hoy nos presenta un escenario que hace pensar en el jardín de Claude Monet en Giverny y, tal y como lo mostró en sus pinturas. La foto de Sergey Karepanov parece que está capturada con la intención de mostrar esa similitud y, si fuera así, lo ha logrado, al menos a mi juicio.
Pero no, claro que no es el jardín de Monet, ni se trata de una pintura suya. Ni siquiera está en Francia ese jardín, sino el Estado de Baviera, en el sureste de Alemania.
La foto fue tomada hace tres años en los jardines del Castillo Dennenlohe y en la escena falta algo primordial: el estanque con los nenúfares. Lo único que nos podría acercar a los cuadros de Monet pintados en su propio jardín es, por un lado, el puente, aunque el que vemos en la foto es rojo, el color tradicional utilizado en Japón, mientras que el puente del jardín de Monet estaba pintado de verde. Lo que sí coincide es la forma arqueada del puente, que Monet eligió movido por la influencia de Utagawa Hiroshige y su cuadro Wisteria at Kameido Tenjin Shrine, 1856.
Entonces, todo parece ponerse en contra, si no fuera por esos sauces llorones (Salix babylonica) que vemos sobre el puente y que dejan que la luz se filtre entre sus ramas.
Supongo que la luz y los sauces; el color; la textura y la magia, son los factores que hacen pensar en la pintura de Monet, especialmente en su jardín, al observar la foto del día de hoy.