Porque estás que te vas, y te vas, y te vas… y no te has ido, como dice la canción de José Alfredo Jiménez. Eso es lo que nos sugieren las hojas de algunos árboles caducifolios que se resisten a caer al final del otoño y permanecen hasta el final del invierno, creando un evocador paisaje sonoro de crujientes hojas que traquetean y una hermosa textura en tonos beige.
Ya sabemos que, cada otoño, las hojas de los árboles caducifolios pasan de tonos verdes a un tapiz de llamativos naranjas, rojos y amarillos. Pero tan rápido como las hojas cambian de color, caen al suelo. Sin embargo, existen algunas especies arbóreas que retienen muchas de sus hojas secas hasta finales del invierno y luego las dejan caer de forma intermitente, justo antes de que broten las yemas en la primavera.
Esta tendencia a la retención tardía de las hojas se denomina marcescencia. Una bella palabra, como lo son las delicadas hojas marcescentes que quedan suspendidas en medio del paisaje invernal, con heladas e, incluso, nieve. Hojas que bailan con el viento en los días más fríos del año y cuya belleza han sabido capturar algunos brillantes fotógrafos. Primeros planos de hojas suspendidas de forma dramática de la rama; árboles envueltos en tonos beige o bosques marcescentes que llenan de color el paisaje invernal. Poco que envidiar al otoño.
Qué es la marcescencia y cómo funciona
El término marcescente hace referencia a los órganos que, una vez secos, permanecen adheridos a la planta sin desprenderse. Puede referirse a hojas, flores o frutos. No obstante, la marcescencia casi siempre lo asociamos a aquellas especies deárboles cuyas hojas se secan en otoño, pero no caen hasta la nueva brotación. Una característica especialmente hermosa cuando puedes escuchar el traqueteo de las hojas durante las brisas invernales.
Es inevitable preguntarse cómo funciona la marcescencia, es decir, que es lo que sucede en las hojas de una planta leñosa, pero que no se da en las plantas marcescentes. Cada hoja en una planta leñosa templada crea una zona de abscisión en la base del pecíolo (el llamado tallo de la hoja).
La zona de abscisión está compuesta por células diseñadas para separarse entre sí y permitir que la hoja caiga de la planta madre, y esa secuencia generalmente se activa en el otoño. Sin embargo, en plantas marcescentes, la zona de abscisión no se activa hasta la primavera.
Por qué se produce la marcescencia
Una vez que entendemos cómo se produce esa característica, viene la pregunta del millón ¿por qué se produce la marcescencia? Lo cierto es que, si nos atenemos al rigor científico, se desconoce la razón por la que algunos árboles conservan sus hojas marchitas durante el invierno, convirtiéndose en un maravilloso misterio más de los árboles. No obstante, los científicos cada vez están avanzando más en el conocimiento de la genética de la marcescencia.
Eso sí, lo que no faltan son teorías. Se dice que las hojas marcescentes disuaden a los grandes herbívoros, como ciervos y alces, de alimentarse de las ramas y brotes nutritivos del árbol, puesto que las hojas son menos nutritivas y tienen un sabor desagradable.
También se comenta que una de las razones puede ser que algunas especies de hoja caduca se protegen de enfermedades y estrés hídrico y térmico gracias a las hojas marcescentes, como las especies andinas Espeletia schultzii y Espeletia timotensis. Hay una amplia variedad de especies de diversos géneros y familias que crecen en zonas alpinas tropicales de diferentes partes del mundo, que han desarrollado rosetas de hojas perennes sobre las hojas marcescentes. Una forma de crecimiento conocida como “roseta caulescente”.
Los hongos no escapan a esta peculiaridad, porque incluso en micología el término marcescente se utiliza para unos tipos de hongo que se pueden secar y después revivir y continuar la dispersión de esporas. También tienen hojas marcescentes algunas palmeras, como las del género Washingtonia y los palmitos (Chamaerops humilis).
Qué árboles caducifolios tienen hojas marcescentes
Algunas especies de árboles son más marcescentes que otras. Los árboles marcescentes más conocidos son los robles (Quercus spp.), hayas (Fagus spp.), carpes (Carpinus spp.) y carpes lupinos (Ostrya spp.), que retienen muchas de sus hojas secas hasta finales del invierno y luego las dejan caer de forma intermitente
Hay que tener en cuenta que los árboles más jóvenes y los rebrotes exhiben marcescencia con más frecuencia que los árboles maduros. De hecho, esta cualidad suele ocurrir sólo cuando los árboles son pequeños. Un haya o un roble de gran tamaño no producirá este efecto, salvo en los rebrotes, y sus hojas se desprenderán con la llegada del invierno. Sin embargo, si estos árboles son pequeños y, a medida que crecen, son sometidos a podas regulares, esas hojas se van a quedar adheridas a la ramificación durante todo el invierno, y empezarán a desprenderse cuando las nuevas yemas comiencen a brotar.
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