En permacultura, el tamaño de la parcela donde queramos construir nuestro huerto no importa. Lo que importa es la planificación, aplicando un método de cultivo que imita el ciclo perpetuo de la naturaleza. Sí, en los últimos años se habla mucho de la permacultura, pero tal vez no quede del todo claro en qué consiste.
“Es la permacultura una agricultura y una jardinería donde no se pierde nada, donde se respeta el suelo como lo que es, un fabuloso vivero de diversidad, así como a los animales de cualquier tamaño, y donde hay sitio para todos, no solo para el ser humano, su gran beneficiario” Serge Schall.
Todo comenzó en la década de los 70 del siglo pasado, una época en la que empezaba a denunciarse la brutalidad devastadora de la agricultura intensiva y los daños que dejaba a su paso: contaminación del agua y del aire, esterilización del suelo, impacto en las poblaciones locales. Tristemente, fue así. Por aquel entonces, dos australianos, Bill Mollison y David Holmgren alertaron sobre los estragos que causaba la agricultura intensiva y propusieron una “agricultura permanente” (de «desarrollo sostenible» aún no se hablaba), respetuosa con el medio ambiente, autosuficiente, en la que hubiera sitio para todos (animales y plantas) y en la que el ser humano fuera un actor más, aunque acabara convirtiéndose en el gran beneficiario. La permanent agriculture se convirtió por contracción en la permacultura.
Mi primer huerto en permacultura
En los inicios de este blog hablé de La Ferme de Sourrou, el maravilloso hogar de Irene Kightley y Fabrice Funerot, una granja en Francia construida de acuerdo con los principios de permacultura. He de reconocer que me encanta volver sobre este tema, y en esta ocasión lo hago para hablar del libro “Mi primer huerto en permacultura”, una obra en la que su autor, Serge Schall, persigue que cualquier aficionado, con mínimos conocimientos, pueda cultivar un huerto acorde con el concepto de permacultura, es decir, aprovechando todo con la menor intervención posible y evitando el despilfarro.
Es un libro sencillo pero lleno de contenido, que se presenta de forma fresca y clara, como si se tratara de nuestro propio cuaderno de apuntes. En los primeros capítulos se detiene en los conceptos básicos del cultivo y el planteamiento general del huerto de permacultura. Esa planificación del huerto en permacultura incluye cuestiones como la necesidad de observar las zonas soleadas y umbrías, cómo se proyectan las sombras, por dónde se canaliza el viento, los sitios más cálidos o frescos, los desniveles, etc. Por supuesto, el tema del suelo y sus características, así como el manejo del agua, el reciclaje y la forma de interactuar con la fauna silvestre para crear una armonía vegetal-animal, también se aborda en este apartado.
En el siguiente apartado se facilitan fichas de los diferentes cultivos, concretamente de las 40 plantas mejor adaptadas, que incluyen plantas perennes (cebollinos, fresas, menta, orégano…); plantas aisladas compradas en plantones ( puerros, tomates, coles, berenjenas, pimientos, etc.); semillas grandes para una siembra sencilla de una en una (patatas, calabazas, cebollas, judías, etc.); o aquellas hortalizas que requieren siembra directa “in situ” (remolachas, zanahorias, nabos, lechugas y escarola, etc.) .
Al final del libro, el autor aborda aquellos temas que tienen que ver con la evolución y mantenimiento del huerto de permacultura: riego, acolchado, compost, abono, rotación de cultivos, entre otros.
Si estás pensando en comenzar tu primer huerto, este libro te ayudará a conocer todo lo que tiene que ver con el cultivo de hortalizas y, lo que es mejor, hacerlo desde una perspectiva sostenible. Si quieres conocer más detalles, en este enlace tienes más información sobre el libro, que incluye el índice de temas.