Bosquecillos de árboles para setos perennifolios y caducifolios identificados con su nombre; césped inglés; tejo; cipreses; boj; carpe; mosaico, teselas de piedra labrada, mármol, y otros materiales suelen servir para crear los trazados de los laberintos multicursales, que se presentan ante nosotros como metáfora y como aventura.
La diversidad de materiales, y algún que otro enigma y simbolismo, hacen que cada laberinto sea un mundo y los viajes a través de ellos una aventura fascinante, especialmente cuando conocemos más detalles sobre su creación.
Hoy presento un libro para escaparse y perderse en diferentes entornos. Un libro para “viajar” y moverse por laberintos; descubrir diferentes estilos de diseño, detalles de su construcción y algunas curiosidades que los hacen aún más seductores.
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El libro, escrito en inglés, se ha editado en español con el título Laberintos (Un viaje a través de los 60 laberintos reales o imaginarios más fascinantes del mundo) y estará disponible en librerías a partir del próximo 17 de octubre, aunque ya está en pre-venta.
Los autores del libro son Kendra Wilson y Angus Hyland. Kendra Wilson es periodista y escritora especializada en jardinería y paisajismo; y autora, entre otros libros, de My Garden is a Car Parking and Other Design Dilemmas (El título de la edición en español es El sueño de los jardines y ¿cómo resolver los problemas del diseño?ver aquí). Angus Hyland se graduó en el Royal College of Art y es socio de Pentagram Design London.
En el contenido vamos a encontrar 60 laberintos multicursales, reales o imaginarios, cada uno de ellos representado por una ilustración de Thibaud Hérem, ilustrador francés residente en Londres.
La historia de los laberintos se remonta a hace al menos cuatro mil años y el laberinto multicursal aparece en el Renacimiento. Su entramado es complejo, pues quien lo recorre se verá obligado a decidir entre distintos caminos. Cada vez que llegue a las sucesivas encrucijadas, tendrá el riesgo de perder la ruta que le conducirá al centro o de no encontrar la salida, encontrando en su lugar calles muertas (callejones sin salida). Para salir del laberinto, será imprescindible poseer buena memoria.
La imagen de cada laberinto ofrece una perspectiva a vista de pájaro que nos permite viajar por los distintos recorridos. A modo de guía informativa, cada una de las detalladas ilustraciones vienen acompañadas de una reseña histórica, donde también se relatan algunos enigmas o detalles curiosos sobre lo que pretenden revivir esos trazados.
Pienso que es uno de esos libros que apetece regalar, aunque sea a uno mismo, porque sospecho que pocas personas escapan al embrujo de los laberintos. Además, la encuadernación del libro, de tapa dura, con lomo en lino y páginas de bordes negros, hace adivinar que en su interior se esconden tesoros dignos de obsequiar. Y en cierto modo es así, especialmente para los fanáticos de los laberintos.
Lo mejor de todo es que los 60 laberintos se pueden recorrer con un solo dedo en el propio libro. Claro que, el texto que acompaña a cada imagen también invita a visitarlo. De hecho, en la introducción nos aconsejan hacer un poco las dos cosas “no tanto como un peregrino de la Edad Media, sino más bien como un hedonista despreocupado” y también advierten “al perderse en un laberinto de caminos alternativos se puede reír del miedo sin complejos, al tiempo que ignora el clamor del mundo exterior”.
Dicho queda. Cada uno es muy libre de aislarse de vez en cuando, de perderse sin rasgarse las vestiduras, de equivocarse e, incluso, de reírse después de todo. Por cierto, olvidaba deciros que el libro me encanta.
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