Colección de plantas suculentas y palmeras en los jardins de La Mamounia. Foto Karl Gercens |
La Mamounia, lugar mítico y prestigioso hotel de Marrakech construido en 1920, en realidad toma su nombre de su jardín amurallado, de dos siglos de antigüedad, establecido por el Príncipe Moulay Mamoun en el siglo XVIII.
El Hotel Mamounia, comúnmente conocido como La Mamounia, es un hotel de cinco estrellas situado frente a las montañas del Atlas, Marruecos, y se encuentra en el corazón de la antigua ciudad de Marrakech. Este palacio, considerado por muchos como un lugar «mítico» de la ciudad, es propiedad de la Oficina Nacional de Ferrocarriles (ONCF), la Ciudad de Marrakech y la Oficina de Depósitos de Marruecos.
Alineación de olivos centenarios y rosas Iceberg. Foto Karl Gercens |
En el siglo XVIII, lo que hoy es La Mamounia era un jardín apoyado contra las murallas de la ciudad vieja que rodean Marrakech, 19 km de muralla que fueron edificadas en el año 1132, en plena época almorávide, con un obvio fin defensivo. Construidas en tapial (tierra pisada, también llamada pisé), más tarde fueron ampliadas por los almohades y los saadíes. Hoy en día cuentan con más de 200 torres y 10 puertas, de estilo hispano morisco.
Los jardines, pertenecientes al sultán alauita Sidi Mohammed Ben Abdellah y su esposa Lala Fatima, fueron diseñados y creados para su hijo, el Príncipe Mamoun, y se lo ofrecieron como regalo de bodas.
La idea de un gran hotel germinó alrededor de 1920. De su edificación se encargaron los arquitectos Antoine Marchisio y Henri Prost y el hotel se abrió en 1925, envuelto en una artesanía y espíritu marroquí realmente cautivadores.
Además de ilustres (y no tan ilustres) huéspedes, en sus salas se han grabado escenas de películas como El hombre que sabía demasiado, de Hitchcock o Alerta en el Sur, de Erich von Stroheim. Churchill solía elegir este suntuoso hotel para pasar el invierno y así lo reflejó en numerosos cuadros.
Por si todo ese lujo no fuera suficiente, el hotel cerró en 2006 y volvió a abrir sus puertas en 2009, tras una millonaria inversión destinada a la reconstrucción completa, una obra faraónica, llevada a cabo por el diseñador de interiores Jacques Garcia.
Hoy en día La Mamounia es un característico hotel de Marrakech que, además de sus jardines amurallados, ofrece una selección de cuatro restaurantes, habitaciones y suites, y 3 riadsde, nada más y nada menos, 700 m2 cada uno.
No es mi intención rodearme de tanta opulencia, pero, ya que hemos llegado hasta aquí, vamos a detenernos un momento para conocer algún detalle de esos jardines, unos jardines con vistas al alminar de Koutoubia, así como los picos nevados del Atlas. Un extraordinario paisaje prestado.
Los jardines ocupan 8 hectáreas, dentro de una superficie de 15 hectáreas. Están compuestos por más de 1.200 especies vegetales. Entre ellas, más de 700 naranjos, 5.000 rosales, 2.000 de ellos plantados en la alameda de los olivos (centenarios muchos de ellos), jacarandás, naranjos, pinos carrascos, buganvillas, adelfas, grupos de palmeras y un jardín que alberga una importante colección de plantas suculentas.
Tras pasear por los jardines, entre macizos de flores y bosquetes, encontraremos un camino bordeado a ambos lados con enormes y altísimos olivos centenarios —hasta 700 años— que nos llevarán a descubrir un magnífico huerto de 1.500 m2.
En el huerto se cultivan numerosos tipos de vegetales procedentes de diversos lugares del mundo y que, por supuesto, se utilizan en la cocina de los diferentes restaurantes del hotel. Hay, por ejemplo, 15 variedades de sabrosos tomates. No faltan especias y hierbas aromáticas, como el cilantro (Coriandrum sativum), la hierbaluisa o verbena de Indias (Aloysia citriodora), albahaca (Ocimum basilicum), orégano (Origanum vulgare), estragón (Artemisia dracunculus), limoncillo (Cymbopogon), violetas (Viola odorata), capuchinas (Tropaeolum majus), el toronjil de caña o limoncillo (Cymbopogon citratus) y la menta Borji (Mentha spicata var. Crispa) indispensable para preparar el té marroquí.
Del mantenimiento de los jardines y huerto se ocupan 70 jardineros, responsables de que esos espacios regalen a diario un verdadero festival de colores, aromas, formas y texturas, porque, al fin y al cabo, La Mamounia es un jardín.
Fotos KARL GERCENS, LA MAMOUNIA Y PIXABAY
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