Podrían considerarse el equivalente a nuestros patios en lo que a tradición y sello de identidad se refiere. Son los famosos back gardens británicos, esos jardines residenciales situados en la parte trasera de una propiedad y que ocupan un lugar muy especial dentro de la cultura suburbana y de jardinería inglesa.
Los jardines traseros
Un jardín trasero surge cuando el edificio principal divide los jardines circundantes en dos. Suele suceder en viviendas situadas en ciudades con alta densidad demográfica y pueblos británicos.
En Gran Bretaña hay más de 10 millones de jardines traseros, ya que la planificación británica requiere distancias mínimas entre las fachadas traseras de las viviendas adyacentes, lo que permite que haya habitualmente un espacio para alguna clase de jardín trasero.
Todos tienen en común que se trata de un pequeño jardín urbano, un espacio privado sin las limitaciones que supone un jardín delantero al estar expuesto al público. Eso permite que el jardín trasero se preste a diferentes usos con muy diversos propósitos, que suelen incluir, el cultivo de plantas ornamentales o de alimentos, el ocio juego para los más pequeños, el refugio de las mascotas y de los amos de las mascotas… que quieren relajarse o tomar el sol. Un lugar donde secar la ropa o instalar un pequeño invernadero. Un espacio para celebrar fiestas o un refugio para la vida silvestre. Hay un sinfín de utilidades que dan sentido a esos jardines traseros.
Ambrose Place y NGS
No obstante, y como es lógico, no todos esos jardines siguen las mismas pautas en cuanto a su diseño. Hay para todos los gustos, y de eso, precisamente, quería hablaros hoy. Hace poco hablé de un libro sobre los jardines privados británicos que abren al público determinados días al año, dentro del programa Open Gardens, que promueve la organización benéfica National Garden Scheme (NGS). Tenéis más detalles en The Gardens of England. Un libro y 50 jardines ingleses.
Dentro de esa red de jardines del NGS, se encuentran los jardines traseros de Ambrose Place, situados en el centro de Worthing en West Sussex.
Todo empezó en 1984 cuando Mary Rosenger, residente en el número 1 y 2, fue persuadida por una amiga para abrir su jardín al público. A partir de entonces se fueron uniendo otros vecinos con sus respectivos jardines.
En los últimos años todavía se mantenían dentro del programa Open Gardens unos doce o trece jardines traseros de Ambrose Place, lo que significa toda una hazaña, puesto que las siguientes generaciones de propietarios no siempre estaban dispuestas a hacerlo y era necesario persuadirles insistentemente. De hecho, este año son 9 los jardines que abrieron al público el pasado 25 de junio.
Back gardens y diferentes estilos de jardín
Esos jardines traseros están escondidos detrás de una verdadera joya arquitectónica. En Ambrose Place las casas son estilo Regency, con el característico color blanco, delicados balcones de hierro y porche. Fueron construidas entre 1814-1824 por Ambrosie Cartwright, que no dudó en bautizar esa plaza con su nombre.
Todas las casas tienen jardín trasero de tamaño similar a las de Londres: 24 metros de largo y el ancho de la casa. Pero, a diferencia de Londres, cada casa tiene, además, un jardín frontal que presenta diferentes aspectos, desde un espacio para aparcamiento a zonas con vegetación exuberante.
Llama atención la rica variedad de estilos, plantaciones y diseños de los jardines traseros. En el número 9, por ejemplo, se puede apreciar un jardín provenzal, mientras que en el número 10 el jardín se inspira en la Alhambra de Granada y en el número 12 el jardín tiene un claro estilo cottage, con macetas de terracota, malvarrosas (Alcea rosea) y un mirador.
No es de extrañar que esa diversidad de estilos haya proporcionado un gran éxito a Ambrose Place dentro del programa Open Gardens a lo largo de estos años.
A los “ambrosianos” (como se llaman a sí mismos los vecinos de Ambrose Place) les une una afición común y aunque más de uno tuvo adaptar su jardín en función de la estructura creada por el anterior propietario, al final, tienen la firma de quienes los habitan porque se impregnan de su carácter, como suele suceder con casi todos los jardines.
FOTOS MARK POTTER