¿Qué plantas ponemos en un jardín subterráneo? Interesante pregunta ¿verdad? Esa es la pregunta que se hicieron Daniel Barasch y James Ramsey cuando se plantearon qué especies serían las más adecuadas para su proyecto Lowline en Nueva York, el primer parque subterráneo del mundo que tiene previsto abrir en 2020.
Me refiero a ese fascinante proyecto de parque en una antigua estación, adyacente a la estación de metro de Essex Street de Manhatan, Nueva York, que fue creada en 1908 y abandonada desde 1948. Ver más detalles sobre Lowline en la entrada que publiqué el año pasado:
Buscando ayuda|Jardín Botánico de Brooklyn
El laboratorio -Lowline Lab- que han creado para estudiar la flora que se incorporará a ese parque, alberga unas 3.500 plantas. Su propósito no es otro que comprobar cómo crecen y se comportan bajo esas condiciones subterráneas, asistidas por la instalación de tecnología solar, que canaliza la luz del sol desde los tejados de la zona a una intensidad suficiente, como para favorecer la vida vegetal.
Pero saben que no todas las especies son aptas y tampoco querían limitarse a las plantas de interior habituales en esas circunstancias, puesto que su intención no es solo la de crear un parque para deleitar a los paseantes, sino que quieren ir más lejos y ofrecer, además, un jardín para aprender. Las plantas llevarán letreros con identificación e información básica. Una especie de jardín botánico subterráneo que cada vez se hace más atractivo.
Para responder a la pregunta que mencionaba al comienzo -cómo crecen las plantas en un espacio subterráneo- han contado con la ayuda expertos del Jardín Botánico de Broolyn, que se han convertido en sus asesores con el objeto de garantizar, en la medida de lo posible, el éxito de ese jardín.
Hemionitis arifolia |
La colaboración está en marcha y la primera selección de plantas ha comenzado. Desde el Jardín Botánico de Brooklyn afirman que, a pesar de tener que buscar plantas con luz limitada y riego moderado, prefirieron buscar especies que resulten algo más inusuales, para no limitarse a las típicas plantas de interior. En esa selección se incluyen, entre otras, especies epifitas de cactus, varias tipos de helechos y algunas trepadoras de hoja perenne.
Todas las plantas ya se han trasladado al laboratorio -Lowline Lab- y su estudio está en marcha. Un estudio que tiene la intención de conocer cómo se diseñará ese futuro paisaje subterráneo. De momento se pueden ver hasta una piña rodeada de romero, salvia y otras hierbas… todo pruebas.
Rhipsalis cereuscula |
Ahora dependen de la recaudación de fondos para cumplir los objetivos marcados y, con ese propósito, realizan diversas actividades. Además, cuentan con algunas “promesas” en forma de suculentas donaciones, que de hacerse realidad darían un gran impulso al proyecto, que en principio estaba previsto abrir en 2018 y parece que el siguiente plazo lo sitúa en 2020.
Todo un reto y una mirada al futuro que tendremos que seguir de cerca. Continuará, porque el Lowline no ha hecho más que empezar.
Fotos Lowline y Brooklyn Botanic Garden