Hay plantas a las que deberíamos hacer la ola, una y otra vez. Plantas silvestres que salpican de color amarillo el campo mediterráneo durante casi todo el año, salvo los meses de más calor. Plantas muy mediterráneas que no piden agua, aunque sí mucho sol, y que además son útiles.
Thymelaea hirsuta | Bufalaga
La Thymelaea hirsuta, conocida popularmente, entre otros nombres, como Bolaga, Bufalaga marina (catalán) o mitnan (inglés -origen árabe-), es un arbusto perenne que raramente alcanza los dos metros de altura y forma una mata con ramas superiores que cuelgan. Se puede ver en zonas áridas, costeras y colinas pedregosas y secas. Su distribución es mediterránea y florece desde mediados de invierno hasta bien entrada la primavera. Después, vuelve a florecer tras las primeras lluvias del final del verano y otoño, cuando aun hace calor.
Para mi es ya habitual ver el invierno coloreado con sus flores amarillas, habitualmente unisexuales, muy pequeñas y de cuatro piezas, que hacen que esa planta sirva de hospedante de insectos beneficiosos o útiles. Al florecer en otoño e invierno los insectos tienen la posibilidad de alimentarse de su néctar y polen, que resulta difícil encontrar en esa época del año, lo que les lleva a localizar signos de insectos plaga para alimentarse.
Escobas, cuerdas y mucho más
Pero no es su flor lo único que buscamos en la Thymelaea hirsuta, sino la resistencia de sus tallos grisáceos flexibles cubiertos de pelosidad lanosa densa, que la han hecho una planta útil, por ejemplo en la limpieza de las eras, atando la rama a una vara.
La resistencia de sus tallos y ramas ha servido para utilizarlas como argollas por donde pasar la cuerda que subía el cubo de agua de los pozos. Sus tallos trenzados sirven para confeccionar sogas y cuerdas.
De su corteza se obtienen fibras muy resistentes y ha sido utilizada para obtener una pasta a partir de la cual se forman hojas papel.
En algunas regiones se han confeccionado con la madera de su raíz las tarabitas, el palo pequeño en el extremo de la cincha con el que se ajusta y se aprieta la correa del ganado. Para ello, arrancaban la planta de raíz y la dejaban secar a la sombra. Una vez seca, se utilizaba la parte más gruesa, que se calentaba al horno para hacer la madera más flexible y poder trabajarla.
También es un excelente combustible, por lo que su madera ha sido utilizada como leña para hornos.
Las hojas, pequeñas y duras, algo carnosas y aplicadas al tallo en su base, se utilizaban en medicina tradicional y al parecer es un potente purgarte, por lo que se desaconseja su uso. Algunos estudios de la medicina actual atribuyen a los extractos de esta planta una actividad antitumor, antioxidante y antimicrobiana, debido a la presencia de polifenoles y flavonoides (fuente).
En el norte de África también se utilizan las hojas en la elaboración de champú para combatir la caspa.
Y habrá más, seguro que existen muchos más usos de la bufalaga. Lo cierto es que, a medida que conocemos un poco más las plantas, resulta inevitable sentir la sensación de que deberíamos quitarnos el sombrero cada vez que nos cruzamos con ellas.
Para jardines de roca y alpinos
Por último, y para no desechar su uso como ornamental en zonas soleadas del jardín, es una planta perfecta para incluir en un jardín de roca y, también, para jardines alpinos.
Nombre común bolaga, bufalaga, pala marina, mintan [EN]
Nombre científico Thymelaea hirsuta (L.) Endl.
Familia Thymelaeaceae
Género Thymelaea