Buscamos flores, y también colores. Si éstos pueden ser vivos, mejor. Buscar, se puede buscar lo que a uno le plazca, otra cosa es que se encuentre.
La primavera hay que buscarla donde esté y suele estar cerca. Para que nos percatemos de su presencia, se mueve y no siempre se viste de rojo o rosa, ni amarillo o violeta. La primavera asoma cuando quiere y como quiere y, como tal, hay que darle la bienvenida.
Yo me voy preparando. En el campo, una de las primeras señales de calendario la dio la Varica de San Jose (Asphodellus fistulosus). Y le hice la ola, faltaría más. Ahora le toca el turno a su pariente, otro gamón, Asphodelus Albus subsp cerasiferus (Asphodelus cerasiferus), que llega algo más tarde, pero siempre fiel a la fecha que le da su nombre popular, Vara de San José. De nuevo, una gran ovación, aunque sus flores esperan y yo desespero. Alguna hay y alguna traigo, y entre gamón y gamón, la Stipa tenaccisma se mueve aquí y allá; brilla por todas partes y lo hace al amanecer y al atardecer. Sin duda, otra gran ola para ellas.
Asoma la primavera y es justo dar la bienvenida a quienes acuden a esa fiesta y, además, lo hacen con una sonrisa, a pesar de que el agua escasea y el sol no da tregua. Invierno cálido, primavera dorada. Asphodelus albus y Stipa Tenacissima, o viceversa.