Su paraíso particular tiene una gran extensión, porque lo conforma, por un lado, su jardín botánico, del que ya hablé hace años en esta entrada (aconsejo echar un vistazo a quienes no lo conozcan, porque es un auténtico tesoro); y por otro lado, la isla de Mallorca, pocos rincones habrá de esa isla que no haya escudriñado él en busca de alguna especie nueva o curiosidad que fotografiar. Le interesa la flora y el paisaje; el entorno natural, pero se apasiona, y contagia ese entusiasmo, cuando desvela detalles sobre las plantas que son desconocidos. Ese es su reto y la suerte de los que le seguimos, porque suele tener éxito en sus aventuras botánicas.
De un viaje a París volvió con la imagen de un Nogal del Cáucaso, Pterocarya fraxinifolia, que vio en el Trocadero. Cantó victoria cuando consiguió las semillas a través de internet y las sembró a principios de 2006. En Abril de ese año “nacieron 4 nogalitos con unas hojitas muy curiosas que me recordaron los bigotes de un gato”. De ellos, sobrevivieron dos, uno más vigoroso. Dice que se le ensancha el corazón cuando pasa junto a él y le dice «Aúpa mi niño, para arriba hacia el cielo. Un día serás el árbol más bonito del jardín».
Otro de sus platos (y nunca mejor dicho) fuertes es la etnobotánica y eso es de nacimiento… Si una planta es útil, lo dejará claro y explicará cuáles pueden ser sus aplicaciones. Si es peligrosa lo advertirá. Si lo que tiene en el jardín es comestible, no os quepa la menor duda que hará una rica receta, tradicional o novedosa, y en muchas ocasiones la mostrará en el blog, no sé bien si para compartirlo o para matarnos de envidia.
A veces nos sorprende con recetas de platos cuyos ingredientes se adaptaban a los alimentos que existían en Europa hace 500 años, como los Cogollos de hinojo a la granadina, una receta medieval prácticamente vegetariana. Cuando habla de la patata negra de los Andes, Solanum tuberosum «Vitelotte noire«, por ejemplo, completa la entrada incluyendo una receta con ellas, donde se puede ver el bonito color azul marino que adquieren al cocinarlas.
Hoy visitamos: Sangrando en verde, será un viaje apasionante del que seguramente regresemos con algún fruto en el bolsillo y, si son muchos, siempre podemos hacer una bolsita con una hoja de parra, tal y como le enseñó su abuelo y nos ha mostrado en su blog.