Casi todos hemos pedido un deseo al soplar sobre el fruto del diente de león, que es, además, lo más tentador que hay para fotografiar, pero a las abejas lo que les atrae es su flor.
La adoran, por eso, como sucede con el Ulex parviflorus que comenté en otra entrada, en el Departamento de Botánica de la Universidad de Valencia, clasifican al Taraxacum vulgare (Lam.) Schrank (sin. Taraxacum officinale Weber et Wiggers) como una especie de alto interés nectarífero y de interés polinífero. Los motivos son los mismos: el amarillo intenso de las flores, su abundante néctar y polen, así como la profusa presencia en el campo durante todo el año.
Está claro que si las abejas pudieran hablar no consentirían que nos refiriéramos a ella como una mala hierba. La cantidad de hidratos de carbono que aporta su néctar y las proteínas que obtienen de su polen son más que necesarios para que las abejas sobrevivan y prosperen. En las fotos muestro las abejas reina que estaban hace dos días muy atareadas pecoreando polen.