Son los representantes de mayor tamaño dentro de las gramíneas, agrupados en unos 112 géneros y distribuidos principalmente por las regiones tropicales y subtropicales. Los bambúes, esas herbáceas que quieren ser arboles y compiten con ellos con todo descaro. La ausencia de lo que se denomina ‘crecimiento secundario en grosor’ hace que sus tallos sean huecos. Al no tener tallos leñosos (los que crecen hacia el exterior, dejando los típicos anillos de crecimiento) refuerzan sus tallos huecos con acumulaciones de sílice y fibras muy resistentes.
Solucionado el problema, ya pueden trepar hacia lo más alto y mantenerse erguidos. Además, la dureza y flexibilidad de sus cañas los hacen útiles en la construcción y carpintería. Buen ejemplo de ello lo tenemos en esta entrada y aquí también.
Parece ser que hay especies de bambú, como el Indocalamus tesselatus, que florecen después de muchos años e incluso se conocen casos en los que ha florecido a los 100 años. La floración tardía suele ir asociada a la muerte del ejemplar el mismo año en que florece (monocarpia), completándose así su ciclo. Este hecho constituye un gran inconveniente para la supervivencia del oso panda, cuya alimentación se basa principalmente en los brotes de bambú. Cuando se produce la muerte sincrónica de los ejemplares viejos en las montañas de China, se ve obligado a realizar migraciones hacia otros bosques donde se encuentran los individuos más jóvenes de bambú.
En el Jardín Botánico de la Universidad de Valencia se pueden ver diversos géneros de bambú y llama especialmente la atención un ejemplar de bambú giganteprocedente de Birmania. Miras hacia arriba (y hacia los lados) y parece no tener fin. Se trata un ejemplar de Dendrocalamus giganteus Munro que parece querer escaparse del jardín. El próximo día que vaya me fijaré bien para seguir de cerca sus pasos.