Hoy nuestro viaje es de los buenos. De aquellos que no tienen más límite que el que nuestra imaginación quiera ponernos. Como la obra de Jacek Yerka que, inspirado por el aroma de la flor de un viejo manzano, bajo el que suele trabajar, nos conduce a bucólicos paisajes de la campiña polaca, muchos de ellos escenarios de su pueblo natal Toruń, superviviente de los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial durante la niñez del artista.
Nació en 1952 y antes de convertirse en un gran artista, estudió Bellas Artes en la Nicolaus Copernicus University de Toruń. Cuando finalizó los estudios los profesores acabaron reconociendo su brillante (aunque preocupante) talento.
Se inspiró en grandes maestros como Jan Van Eyck o El Bosco, pero es su imaginación sin límites lo que le ha llevado a crear composiciones surrealistas, algunas de ellas muy admiradas por los amantes de la ciencia ficción. Sus pinturas han servido de ilustración para numerosas obras e inspirado a numerosos cineastas.
Su obra no parece reflejar deseos frustrados, miedos, sueños o pesadillas, sino que parece que es una desbordante fantasía la que trabaja para proyectar ese mundo en el que a veces la gravedad parece no existir y la naturaleza es siempre la encargada de unir todos los elementos. A mí me parece que son definitivamente asombrosas y he querido compartir algunas de esas obras con vosotros. Os dejo en un mundo muy parecido al nuestro, pero mucho más fascinante.