En el campo, como en el jardín, no hay flechazos. Al campo se va de visita un día y después otro y cada día te enseña algo nuevo, o no tan nuevo, pero que ese día en concreto a ti te parece un tesoro. Si es así, entonces, puede llegar a conquistarte. Mientras tanto, el campo o el jardín, te gustan. Y si el calor te retiene en casa, se mira desde la ventana hasta donde la vista o la imaginación alcanzan.
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