Cuando se recicla el agua que utilizamos en la cocina y regamos con ella, suelen llegar sorpresas en forma de tomateras, por ejemplo. No es la primera vez pero en esta ocasión la sorpresa fue no darme cuenta hasta ayer de que un viejo hibiscus en maceta, que lucha por brotar de nuevo, tenía además de brotes y alguna flor despistada, dos tomates -uno ya rojo y el otro madurando aún- creciendo entre sus ramas. Son cosas que sorprenden gratamente, regalos del destino, uno riega con ese agua para aprovecharla y el premio viene en forma de fruto. Esta noche, ensalada de hibiscus.
Hibiscus