No ganamos para disgustos (…). Si ya es complicado a veces pronunciar o memorizar los nombres científicos de las plantas, cuando conseguimos recordar los de algunas especies populares, como el romero, los científicos nos dicen que “donde dije digo, digo Diego”. Así que, si tenías claro que el nombre botánico del romero es Rosmarinus officinalis, tengo que decirte que estás equivocado porque, desde hace dos años, el romero es una salvia y su nuevo nombre botánico es Salvia rosmarinus.
La buena noticia es que no hemos perdido todo, porque el romero seguirá siendo romero, se pongan como se pongan. Eso no lo cambia ya nadie. Como no cambiará su nombre común en los diferentes idiomas.
También se conserva el nombre rosmarinus, que desaparece como género, pero se mantiene como epíteto específico, para identificarlo como una especie de Salvia: Salvia rosmarinus.
Más allá de gustos y tradiciones, no hay que desdeñar el hecho de que los cambios taxonómicos reflejan avances en el conocimiento de las plantas. De modo que, vamos a mirar con buenos ojos esa novedad y, de paso, conocer algo más del romero.
¿Por qué ahora (y no antes) el romero es una salvia?
Desde entonces, se ha considerado que la salvia y el romero, a pesar de que eran dos géneros con estrechas similitudes, eran distintos debido a una pequeña diferencia en los estambres de las flores.
Pero, según un estudio publicado en 2017 en la revista Taxon de la International Association for Plant Taxonomy, Bryan Drew y sus coautores compararon secuencias de ADN en las plantas de los géneros Salvia, Rosmarinus, Dorystaechas, Meriandra, Perovskia y Zhumeria. El ADN mostró que todos estaban igualmente relacionados y los autores propusieron incluir todas las plantas en el género Salvia.
En definitiva, que la distinción que se hizo en su día entre salvia y romero, centrada en sus estambres, es mucho menos significativa de lo que se pensaba y se trata tan solo una pequeña adaptación a la polinización.
Cuando leí la noticia en 2019 venía acompañada del lógico revuelo, al tratarse de una planta tan popular. No nos gustaba la idea, cierto, pero no quedaba otro remedio. Dos años después, cada vez es mayor el número de viveros, centros de jardinería y sitios web donde el romero aparece identificado como Salvia rosmarinus y antes de que nos demos cuenta nos habremos acostumbrado al cambio.
Yo no sé vosotros, pero a mí me resulta francamente útil manejar los nombres botánicos a la hora de buscar las características de alguna planta. Le dan un reconocimiento universal que salva los obstáculos que las diferentes lenguas suponen a la hora de comunicarnos y compartir información. Cada vez es mayor el flujo de información que circula por Internet y cualquier ayuda que evite confusiones es poca.
Por otro lado, los nombres vernáculos no deben olvidarse nunca localmente, porque suelen ser un referente cultural y etnobotánico importante. Pero no nos engañemos, pueden crear confusión, porque en numerosas ocasiones los nombres varían en función de las regiones y limitan su identificación dependiendo del idioma en el que se habla. Claro que, si no vamos a utilizar su nombre botánico, lo justo sería respetar el nombre común del lugar de origen de la especie en cuestión. En fin, un tema que da para una larga charla, pero con una copa de vino tinto y un plato de jamón ibérico para hacerla más distendida.
Foto @anke_hc |
Puede florecer todo el año, dependiendo de las condiciones climáticas, pero en la naturaleza suele tener una floración de otoño y otra a principios de la primavera.
El romero se puede reproducir por semillas, esquejes, acodo o divisiones de la raíz. Para la plantación por esquejes debemos cortar las ramas, de al menos 15 centímetros de longitud, y retirar las hojas de los 10 centímetros inferiores del tallo. Después, estos se entierran en suelo arenoso y sombreado dejando la tercera parte restante con las hojas verdes expuestas a la luz.