El campo, la huerta, el paisaje y el hombre en esos escenarios dan para muchos colores y matices, para luces y sombras y, desde luego, para numerosos cuadros. En el año 1848, fecha del ‘Manifiesto Comunista’ y de las grandes luchas obreras, Francois Millet expone un cuadro ‘El Ángelus’ en el que se representa a unos campesinos rezando a la hora del Ángelus. Es la primera vez que un trabajador se convierte en el protagonista absoluto de un cuadro.
Pero se trataba de un campesino y no un obrero de cualquier fábrica, quizás para no hacer demasiado evidente su punto de vista y jugar a la ambigüedad. El campesino era visto con mejores ojos por la burguesía, al fin y al cabo eran trabajadores que seguían unidos a la tierra, la tradición y a la religión. De este modo, el interés social asoma en la obra de los impresionistas pero entre todos ellos, Camille Pissarro (1830-1903) fue el más comprometido políticamente y se convirtió en el alma del grupo por su carácter bondadoso y afabable, estimulándoles y animándoles en lo momentos de mayores dificultades.
A pesar de que se le considera el padre del Impresionismo, es este martes, y no antes, cuando se inaugura en España la primera exposición monográfica sobre su obra, que quedó eclipsada por la gran popularidad de sus amigos y compañeros. Se dice de Pissarro que en su gran modestia nunca persiguió ser un gran genio, sino que pretendía ser tan solo un trabajador honesto. No quería representar a la sociedad, sino hacer algo útil por ella. Experimentaba todas las técnicas para mejorar el oficio y poder interpretar a través de su pintura los aspectos cotidianos de la vida en general y de los trabajadores en particular.
Pissarro dedicó tres décadas al mundo rural, pero entre los 79 cuadros que componen esta exposición está también representado el medio urbano, donde el pintor se trasladó los últimos años de su vida. Hoy quería echar un vistazo con vosotros a algunas de esas obras que nos trasladan al bosque, al campo, la huerta o al único bodegón de esta muestra, ‘Florero de peonías y celindas’, y también, por qué no, a la ciudad.
Sea como sea, el paisaje se convierte, por obra y gracia de un pintor ‘no genio’, en hilo conductor de esta muestra, que nos invita a un maravilloso recorrido vital a través de sus senderos. Veremos los colores de la vida, las estaciones y las técnicas utilizadas por Pissarro, que dejan patente la excepcional aportación al arte de toda su obra y su función social.
Del 4 de junio al 15 de septiembre de 2013