Hoy en día la palabra floritura es sinónimo de adornar en forma innecesaria, en exceso o en redundancia. Pero si buscas su significado en el mundo de la magia encuentras esta definición: las florituras son técnicas con las cartas que hacen que el desarrollo de los juegos o sus preparativos resulten más bonitos y llamativos. Normalmente no tienen «un truco secreto» como tal, sino solamente técnicas de manejo de las cartas y cientos y cientos de horas de prácticas.
Los más bromistas hacen chistes con ese término y, a modo de juego de palabras, dicen ‘no están los tiempos para florituras’ . Ayer, por ejemplo, vi circular por las redes sociales un chiste utilizando esa expresión en clara alusión a la poca utilidad de las plantas ornamentales de un balcón, frente a los ya populares maceto-huertos.
Hoy en día lo prioritario es pensar en cubrir las necesidades básicas, por supuesto, pero también son tiempos de echar mano de la creatividad, la ilusión y la esperanza. Tiempos en los que hay que buscar el sentido del humor para darnos ánimo y no desalentarnos, pero hay que hacerlo con sensibilidad y respeto. Porque tenemos que unir y rentabilizar nuestros esfuerzos al máximo. Estirar lo que tenemos como las sobras de comida que acaban dentro de las croquetas. Hay que buscar y caminar mirando siempre hacia adelante y dejar de mirarse el ombligo.
Los tiempos no están para tonterías, están para intentar llenarnos de optimismo, de ganas de aprender y mejorar para poder salir a flote sin trampas. Son tiempos un tanto turbios y tal vez por eso necesitamos cada vez más florituras que nos acompañen: pequeñas o grandes cosas, aparentemente superfluas, que nos ayuden a enfrentarnos a pequeños o grandes problemas. Cosas que al final resultan ser tan necesarias como un tomate para nuestra salud. Porque no podemos separar salud mental y física, ambas van de la mano siempre.
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