Luz, plantas y flores silvestres; árboles, aves, nubes, tierra, silencio y mucha paz. Cuando uno amanece en uno de esos días en los que cuesta ilusionarse porque el cansancio -en el más amplio sentido de la palabra- no lo permite, existen algunos remedios para buscar ilusión aunque sea debajo de las piedras.
Para mí, un método infalible son los largos paseos por el campo. Pero no siempre son iguales y en ocasiones se hacen mucho más mágicos. Ayer cambié la hora habitual y el mismo recorrido se convirtió en una nueva aventura. Esa amapola con un rayo de sol enfocándola como a una estrella, árboles llenos de magia primaveral, oxalis pes-caprae con coquetas flores dobles en amarillo, un jardín secreto y una caseta abandonada invitando a una cita romántica. Era un día más, un paseo más, que por arte y magia de la luz del sol se convirtió en todo un acontecimiento.
Tenemos que inventar cada día una manera de ser felices. En ocasiones tiene que ser algo más sofisticado, pero otras veces, un remedio casero puede aliviar cualquier pena.
La plantas, los árboles, la luz. Esa magia que lo cura todo. No lo digo yo, lo dice la naturaleza, lo grita. Solo tienes que aprender a escucharla con atención. Si no vives en el campo, seguro que hay un parque, jardín o patio cerca donde puedas encontrar detalles que te ilusionen. Mira bien, siempre hay algo.