El viento de ayer trajo muchas sensaciones. Por la noche el cielo estrellado, que era todo un espectáculo. También recordó que estaba avanzando el otoño y nos acercamos al frío invierno, lo que me hizo pensar en ese sueño que todos los años por estas fechas viene a mi mente. Una pequeña orangerie para refugiar algunas plantas del jardín… y yo con ellas.
En los jardines del Renacimiento italiano eran habituales unas grandes arcadas, pensadas para proteger los naranjos del frío invernal. La orangerie del Palacio del Louvre creó un modelo que se imitaría hasta la llegada de los modernos invernaderos, con el claro ejemplo de Kew en Londres. En la jardinería española se les conocía como estufas frías.
Bien, podéis llamarlo como queráis, pero creo que es un sueño tener en el jardín un pequeño espacio para refugiarse durante el invierno, sin dejar de sentir la sensación de estar disfrutando de él. De paso, podremos poder aquellas plantas más delicadas a buen recaudo, nuestros pequeños experimentos, herramientas y todo lo que rodea al arte de la jardinería.
Os dejo ejemplos que he ido encontrando, unos más sofisticados y otros sencillos, pero todos con un denominador común, tienen mucha luz y transmiten calidez. Buenos ingredientes para hacer más llevadero el invierno ¿no os parece?. Pues vamos a mirar, que por mirar no nos van a cobrar nada.