A veces, cuando miramos fijamente objetos, aparentemente estáticos, parece que cobran movimiento ante nuestros ojos, como por arte de magia. Es la luz, esa luz que buscan nuestros ojos como lo hacen las plantas, la que nos hace percibir ese movimiento que no es tal.
La obra de Pep Ventosa es fascinante por eso. Son decenas de disparos sucesivos que después fusiona como en un collage para mostrarnos los diferentes cambios de luz sobre una misma escena. Es la llamada deconstrucción y posterior reconstrucción de la imagen fotográfica.
Las imágenes de sus árboles no están fijas, se mueven como lo hacen en la propia naturaleza e, incluso, a veces parece que se desvanecen ante nuestros ojos para, milagrosamente, reaparecer después de unas milésimas de segundo.
Así de bella es la fotografía cuando la trabajan sus artesanos. Así de bonita se muestra la vida cuando somos capaces de percibir los cambios de luz que refleja en cada instante, fundiéndolos para quedarnos de ella con lo más hermoso, haciendo de su esencia una abstracción que complace a nuestros sentidos.
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