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Achillea, plantas de floración estival que adoran las mariposas y los jardineros

Variedades de Achillea (milenrama) | © RHS

Achillea es un género de plantas muy apreciado por mariposas, sí, pero también por jardineros y diseñadores de jardines, y no es de extrañar, si tenemos en cuenta que al valor ornamental de un gran numero de variedades disponibles en diferentes tamaños y colores, se suma el hecho de que se trata de una planta de floración estival fácil de cultivar, que apenas requiere mantenimiento y tolera las heladas, la sequía y el calor.

Efectivamente, uno de los valores que se unen al de su rusticidad, es su follaje fragante, plumoso en algunas especies y más estructural en otras, además de sus inconfundibles flores en umbela planas y de larga duración, motivos más que suficiente para estar considerada como una de las plantas indispensables en jardines de estilo naturalista, jardines de estilo cottage, praderas floridas y jardines de flor de corte, adonde acudirán con frecuencia mariposas y otros insectos polinizadores.

Achillea ‘Terracotta’ | © Delaware Botanic Gardens

El género Achillea es originario de Asia-Tropical, Europa, África, Guatemala, América del Norte y Asia-Templada. A esa distribución nativa hay que añadir una serie de países del hemisferio sur donde se ha introducido y asilvestrado. Pertenece a la familia Asteraceae, es decir, la misma que la de los crisantemos, las rudbeckias, girasoles, asters y todas esas plantas con flores tipo margarita que tanto apreciamos en los jardines. Lo integran 133 especies aceptadas de plantas herbáceas perennes, rizomatosas que crecen hasta 60-120 cm y se extienden de 45 a 60 cm formando grupos robustos y erguidos. Florecen en verano, de junio a septiembre, y pierden el follaje en invierno.

Achillea • Especies, híbridos y cultivares

Achillea millefolium | © El Blog de La Tabla

Los jardineros suelen estar más familiarizados con las formas de Aquilea millefolium, comúnmente llamada milenrama, con flores blancas o rosados y follaje parecido al del eneldo, que crece en zonas bien drenadas de las regiones templadas del hemisferio norte (Asia, Europa y América del Norte) y se ha introducido también en Sudamérica y algunos países del hemisferio sur. A sus propiedades medicinales se unen las tintóreas, siendo en este caso útiles las hojas, de las que se obtiene el color verde y amarillo (ver: Plantas tintóreas. Cuando el color (se) importa).

Achillea ‘Walther Funcke’

Existen diversas subespecies y variedades, siendo la subespecie típica Achillea millefolium subsp. millefolium L. presente en la mayor parte de la Península Ibérica, donde también se encuentra Achillea millefolium subsp. ceretanica, un endemismo de los Pirineos orientales.

El cruce de A. millefolium con otras especies de flores amarillas del sur de Europa ha originado híbridos en todos los colores del arco iris, ofreciendo con ello mil y una posibilidades de combinaciones en el jardín.

Achillea ‘Walther Funcke’ y Sesleria nitida en Scampston Hall | © The Guardian
Achillea (diferentes variedades) en el jardin ‘Colour Box’ diseñado por Charlie Bloom en rhs Hampton Court 2017 | Foto © RHS

Pero existe también un buen número de selecciones e híbridos de Achillea utilizados en jardinería que proceden de especies como Achillea filipendulina, muchos de ellos obtenidos por Ernst Pagels; y Achillea ptarmica.

Achillea en el jardín

Todas las achilleas son fáciles de cultivar, generalmente no tienen plagas ni enfermedades y no requieren apenas nuestra atención, siempre y cuando nos ocupemos de situarlas en el lugar correcto, que suele ser a pleno sol, especialmente las variedades de follaje gris. Puede llegar a tolerar la semi sombra, pero siempre será en detrimento de la floración.

No son demasiado exigentes con el tipo de suelo, aunque se desarrollan mejor en suelos ligeros y bien drenados y no soportan los suelos muy húmedos. No necesitan poda, eso sí, las variedades más altas pueden llegar a necesitar el uso de estacas.

Achillea ‘Walther Funcke’ cultivada en contenedor
Achillea millefolium y Achillea ‘Hella Glashoff’ el Oudolf Fiel (Hausser & Wirth Somerset) | Foto © Nigel Dutt en Flickr
Inflorescencias secas de Phlomis y Achillea filipendulina ‘Coronation Gold’ en RHS Garde Hyde Hall | © RHS / Lee Beel

Lo ideal, para prolongar la floración, es cortar las flores pasadas, pero lo cierto es que, si dejamos esas flores en la planta cuando se desvanecen y secan, podemos disfrutar de su estructura y los pájaros de sus semillas.

Cada dos o tres años convienen dividir la mata para alargar la vida de la planta, especialmente si se cultiva en suelos pesados.

Son habituales en borduras de herbáceas y jardines de estilo cottage, pero también es una buena adición en jardines de roca, jardines costeros y praderas. La calidad de sus flores cortadas, frescas o secas, hace que también sean valoradas en los jardines de flor de corte. En cualquier caso, la presencia de las mariposas estará casi garantizada.

Wollerton Old Hall | Clive Nichols

Es interesante saber que Nepeta, algunas especies de Iris, Helenium, Kniphofia, Crocosmia y otras plantas de floración estival tardía, son, junto con las cada vez más deseadas y utilizadas gramíneas ornamentales, buenas compañeras de las achilleas en las borduras de vivaces y en jardines informales con cierto aire silvestre.

Algunas variedades de Achillea

Achillea ‘Mondpagode’| Foto RHS / Tim Sandall
Achillea ‘Ritzy Rose’| Foto Bressingham Gardens
Achillea ptarmica ‘Nana Compacta’ | Foto RHS / Tim Sandall
Achillea ‘Ritzy Ruby’ | Foto Bressingham Gardens
Achillea ‘Pink Grapefruit’ | Foto Bressingham Gardens
Achillea ‘Lilac Queen’| Foto RHS / Tim Sandall
Achillea ‘Lilac Beauty’ | © Crocus
Achillea ‘Little Moonshine’ | © Bressingham Gardens
Achillea ‘Terracotta’ | © Crocus
Achillea ‘Feuerland’ | © RHS / Tim Sandall 
Achillea filipendulina ‘Gold Plate’ | Foto © Flickr
Achillea filipendulina ‘Parker’s Variety’ | © Fernando Ruz
Achillea ‘Moonshie’| © Crocus
Achillea filipendulina ‘Credo’ | © Crocus
Achillea ‘Walther Funcke’ | © Fernando Ruz


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