No hay mejor regalo de la naturaleza, cuando comienza la primavera, que esas plantas humildes que crecen orgullosas en campos de cultivo, al borde la carretera, en lindes de bosques o en herbazales. Esas plantas que podemos ver a partir de marzo, cuando sus flores asoman resplandecientes como si quisieran decir, ya estoy aquí ¿algún problema?
No hay problema, ninguno, claro que no. Menudo aroma el de sus hojas (si te gusta el aroma a ajo fresco en el jardín) y qué belleza la del Allium neapolitanum (Ajo blanco, lágrimas de la Magdalena o lágrimas de la Virgen, entre otros nombres comunes), con numerosas flores de un blanco resplandeciente reunidas en umbela semiesférica (a veces incluso esférica), sobre tallos de 20 a 30 cm, que suelen aparecer a finales de febrero y continúan hasta junio.
Allium neapolitanum
El origen de esta planta herbácea bulbosa del género Allium (familia Amaryllidaceae) se encuentra en la región mediterránea, aunque se ha introducido y asilvestrado en otros lugares del mundo, como Australia, Nueva Zelanda y el sur y oeste de Estados Unidos, donde se ha convertido en una planta invasora.
Su hábitat natural suele estar en campos de cultivo, en lugares sombríos y con cierta humedad, especialmente en zonas de climas templados, aunque también se cultiva en jardines a pleno sol, donde se naturalizan sin dificultad y resisten alguna que otra helada.
Allium neapolitanum es una planta bulbosa de hasta medio metro de altura. Sus bulbos, de uno a dos centímetros de diámetro, son esféricos. De él emergen tan solo dos o tres hojas, anchamente lineares, de hasta treinta y cinco centímetros de longitud y dos centímetros de ancho.
En el jardín
Es indiferente al tipo de suelo, y prácticamente no necesita mantenimiento. Sólo algún riego muy puntual cuando la planta tiene parte aérea y, si se quiere, retirar las partes secas cuando ha terminado la floración o el período vegetativo.
Es recomendable plantarlos en grupo para que se consiga un efecto más vistoso, especialmente en parterres combinada con otras plantas arbustivas o herbáceas. Pueden cultivarse también en maceta, siempre que nos aseguremos de que el contenedor esté situado en semisombra y el sustrato tenga la humedad suficiente.
En el jardín, los bulbos se suelen dejar en el mismo lugar durante varios años. Cuando queramos cambiarlos, deberemos hacerlo en otoño y después de que todas las hojas hayan amarilleado (ver plantando y guardando bulbos).
La primavera ha comenzado y las plantas lo anuncian como mejor saben, algunas lo hacen a golpe de flores y aroma.