Situado a unos veinte kilómetros de la ciudad de Marrakech y con las sorprendentes montañas del Atlas como telón de fondo, Anima Garden es uno de los jardines más imaginativos del mundo. Un exuberante oasis creado por el artista austriaco André Heller en una zona desértica de Marruecos, donde las plantas y las obras de arte se funden.
Este singular jardín-museo alberga cientos de especies de plantas que acogen coloridas obras de arte, entre ellas, esculturas de Heller, algunas más realistas y otra más abstractas, y en algunos casos representaciones de trabajos de célebres artistas, como Picasso o Rodin.
Anima Garden en Marrakech
Anima Garden no es el primer jardín del artista multidisciplinar André Heller, ya que también creó el llamado Hellerpark en el lago de Garda, el mayor largo de Italia, situado al norte del país.
Unos seis años después, viajó a Marruecos. Allí comenzó a cultivar, a unos veinte kilómetros de la ciudad de Marrakech, el llamado Anima Garden, un jardín de una extensión de algo más de tres hectáreas inaugurado en 2016, donde los visitantes pasean por senderos entre árboles y arbustos, plantas con flores fragantes y numerosas y coloridas esculturas.
André Heller se ha acercado al mundo de los jardines, acortando tanto las distancias que en realidad podría considerarse un artista jardinero. Sabe bien que el jardín puede ser el paraíso y que “Los jardineros no se hacen importantes, son importantes. Ellos tampoco quieren firmar nada. No hay un solo premio relevante para jardines, por lo que convertirse en jardinero no es atractivo para los jóvenes en un mundo de reconocimiento, de triunfos. Y en un jardín no se pueden ganar triunfos, sólo satisfacción”.
Un exuberante jardín a los pies del desierto
Para la creación de este jardín, ubicado a los pies del Alto Atlas, casi en el desierto y dentro del espectacular valle del río Ourika, André Heller partió de un terreno desnudo.
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Lo que una vez fue un desierto árido y rojo al pie de las majestuosas montañas del Atlas, se ha trasformado en un espacio verde vibrante. Todas las plantas que ahora forman parte de ese jardín tuvieron que ser importadas de otros lugares de Marruecos y de diversos países del mundo, incluidas diferentes especies de árboles, palmeras y plantas suculentas, junto a rosales y plantas vivaces. Algunas de las palmeras de gran porte, por ejemplo, se rescataron de oasis moribundos de Marruecos. La parte positiva de esto es que se llegó a recrear un ecosistema diverso.
En el proyecto también participaron Gregor Weiss, director, y Carmen Wiederin, arquitecta, así como la población local. Hoy en día, continúan trabajando personas voluntarias y todas las ganancias se destinan a la comunidad local.
A pesar de que solo tiene seis años, el jardín está completamente establecido y no parece nuevo. El jardín, construido a diferentes alturas, cuenta con estanques, surtidores y plantas exóticas que se entrelazan con obras de arte. Caminando entre senderos sinuosos cuidadosamente pavimentados, los visitantes recorren el jardín y se abren camino a través de poéticos espacios, desde una instalación de arte vegetal hasta la próxima fantasía selvática que captura los ojos, los oídos y la nariz. Pero, también hay hierbas espontáneas que dan un aire fresco y natural a todo el espacio.
Arte en el jardín
Pero no solo de plantas vive este jardín, donde los senderos están llenos de sorpresas. Al pasar por ellos, nos podemos encontrar pinturas y fotografías.
También nos sorprenderán diversas esculturas en el jardín, entre ellas, diferentes piezas de Heller y reproducciones de célebres artistas, como la de «El pensador» de Rodin. Un cono alto rodeado de bandas de color, un camello multicolor, una jirafa hueca y otras criaturas difíciles de describir son algunas de esas sorpresas. Es particularmente impresionante la altísima máscara africana que expulsa humo por la boca. En fin, que hay que estar preparado, porque supongo que en más de una ocasión te puedes llevar un buen susto.
Un alto en el camino
Junto al jardín se construyó una galería de arte, diseñada por Carmen Wiederin, que pretende convertirse en un centro de referencia del arte marroquí. Y, después de tanta magia, hacía falta un lugar donde hacer un alto en el camino para tomar algo, como un té de azafrán, al fin y al cabo, el Valle del río Ourika es famoso por su azafrán. En este caso, el lugar ideal es el Café Marocain Paul Bowles construido junto al jardín, cuyo nombre es un evidente homenaje al escritor estadounidense que vivió y trabajó en Marruecos durante medio siglo; y autor, entre otras obras, de “el cielo protector» (1949).
Anima Garden es una imaginativa fusión de arte y naturaleza, un jardín definitivamente especial que ha sido bautizado por su autor como “El regreso del paraíso’.
Aunque es un jardín privado, hay entradas disponibles para visitarlo. De hecho, se ha convertido en un famoso atractivo turístico de la ciudad. Además, es de fácil acceso, ya que existe un servicio de transporte gratuito desde la Medina, y está a unos 35 minutos en coche del centro de Marrakech.
Fotos e informacion: Anima Garden
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