Fue una de las primeras mujeres oficialmente encargadas como artista de guerra y, además, reconocida como una de las mujeres artistas más importantes de su generación. Pero junto a sus pinturas en las fábricas de munición de guerra, brillan sus dibujos botánicos y sus flores.
No conocía a esta artista y hace unos días me llamó la atención un cuadro que vi por casualidad. Busqué a su autor, en este caso, autora. Se trataba de Anna Airy y su cuadro se titulaba The Flower Shop, pintado en 1922. Mi sorpresa vino cuando la primera información que encontré sobre ella hacía referencia a su trabajo como artista de guerra.
Efectivamente. Anna Airy trabajó como artista de guerra durante la Primera Guerra Mundial, pintando junto a Laura Knight en el Cuartel de Infantería Canadiense en el Witney Campde Surrey, Reino Unido; y también pintando escenas de producción militar industrial para el Imperial War Museum (Museo Imperial de la Guerra).
Pintó sus lienzos en varias fábricas, en ocasiones en condiciones difíciles y peligrosas. Se cuenta que mientras pintaba su cuadro A Shell Forge at a National Projectile Factory, Hackney Marshes (Londres, 1918), tuvo que trabajar a gran velocidad para capturar el color de las carcasas fundidas. El tremendo calor en el interior de la fábrica se hizo tan intenso, que la temperatura del suelo llegó a quemar sus zapatos y traspasar hasta sus pies.
Pero vuelvo al inicio. Ese cuadro de la tienda de flores me había enamorado y pensé, tiene que haber más. Y encontré, claro que encontré más. En medio de tanta munición había también flores, muchas. Dibujos, grabados, acuarelas y óleos. Había mucha naturaleza y una delicada manera de expresar.
Buscando información también averigüé que Anna Airy (1882 – 1964) nació en Greenwich, Londres y se formó en la Slade School of Fine Art de Londres entre 1899 y 1903. Era una artista talentosa y prolífica, que se manejaba bien en diferentes medios y técnicas. Ha variado desde la delicada complejidad de la tinta y plumilla, hasta la amplitud del impresionismo en óleo, acuarela y pastel.
Expuso por primera vez en la Royal Academy en 1905, y continuó haciéndolo casi cada año hasta 1956, mostrando un total de alrededor de ochenta obras.
Fue especialmente admirada por sus trabajos como dibujante y es evidente el interés por los estudios botánicos desde el inicio de su carrera. De sus dibujos se ha llegado a decir que son la expresión de una apasionada simpatía por los refinamientos de las hojas y de los tallos. Un realismo que solo podía ser reflejo del amor que Anne Airy sentía por la naturaleza. Así lo dijeron los críticos con motivo de la exposición de su obra en la Fine Art Society de Londres en 1915. Y eso parece desprenderse de muchas de sus obras.