Alquiló una casa en Bougival, Francia, donde pasó, junto con su marido Eugène Manet y su hija Julie, todos los veranos entre 1881 y 1884. La casa tenía un gran jardín lleno de flores. Allí Berthe Morisot pintó unos cuarenta cuadros. Pero no fueron las únicas pinturas al aire libre de la primera pintora que se unió al movimiento impresionista.
Berthe Morisot nació en la localidad francesa de Bourges el 14 de enero de 1841 en el seno de una familia burguesa, donde fue educada en el gusto por las artes y la música. A lo largo de su carrera artística tuvo que romper moldes y logró salir de la casa para pintar al aire libre, algo nada habitual en el siglo XIX si se trataba de una mujer. No estaba bien visto, así, como suena. Al fin y al cabo, hablamos de una época en la que las mujeres no fueron admitidas en la Escuela de Bellas Artes de París hasta 1897.
Esas circunstancias motivaron que Berthe y su hermana Edma estudiaran de forma privada en el taller del pintor académico francés Joseph Guichard (1806-1880), discípulo de Ingres y Delacroix.
En las clases prácticas copiaban obras maestras del Louvre. De nuevo, hablamos de una época en la que no se cuestionaba la capacidad de las mujeres para pintar, de hecho, era bastante común que las mujeres de clase media-alta pintasen, pero solo como mera afición, utilizando siempre como modelo objetos dentro del ámbito doméstico y, por supuesto, sin tener la más mínima posibilidad de llegar a ser consideradas genios de la pintura.
Pintar observando directamente la naturaleza.
Berthe Morisot tenía veinte años cuando conoció a Camille Corot, reconocido paisajista de la escuela pictórica de Barbizon, y con él empieza a pintar observando directamente la naturaleza.
En ese campo de cultivo, Berthe Morisot logró que muchas de sus obras prosperaran. En 1874, su cuadro La lectura (1873), en la que aparece la hermana menor de Morisot, Edma, leyendo sentada en un prado, apareció en la primera exposición impresionista. Fue entonces cuando los artistas contemporáneos tomaron nota de la pincelada hábil y abierta de Morisot, que con el tiempo conseguiría formar parte del círculo selecto de la corriente de pintores impresionistas de la época.
Primera mujer que se unió a la corriente impresionista
“No creo que exista un hombre que haya tratado a una mujer como su igual y es todo lo que pedí; sin embargo, estoy segura de que valgo tanto como ellos” es una frase que aparece en el diario de Morisot, escrito en 1890, cuando la artista tenía 49 años. En aquel momento, sin embargo, ya era considerada por los impresionistas como su igual y formaba parte de los ocho miembros principales de esta corriente.
“No creo que exista un hombre que haya tratado a una mujer como su igual y es todo lo que pedí; sin embargo, estoy segura de que valgo tanto como ellos” .
En 1874 se casó con Eugène Manet, hermano del celebré pintor francés Édouard Manet, figura central dentro de la renovación de la pintura francesa y occidental de finales del siglo XIX, con quien Morisot mantenía una estrecha relación artística. Fue precisamente ella quien convenció a Édouard Manet de abandonar por completo el estilo academicista y entregarse de lleno al impresionismo.
A pesar de su reconocimiento, las palabras en esa frase del diario de la artista tenían sentido, ya que era una mujer de clase media alta que no disfrutaba de la libertad de movimiento de los artistas masculinos. Al no tener acceso a los cafés, bares y espacios públicos de la modernidad urbana que aparecen en muchas de las obras de los pintores impresionistas, su trabajo se limitaba principalmente al ámbito doméstico.
Pintura al aire libre en el jardín de Bougival
Esa desventaja no le impidió combinar con éxito su identidad profesional como artista de vanguardia con su faceta personal con madre y esposa dentro de un hogar burgués de la época, como muestran algunos de sus lienzos pintados al aire libre en el jardín de la casa que alquiló en Bougival, un pueblo al oeste de París, donde la artista paso varios veranos entre 1881 y 1884 junto con su marido Eugène Manet y su hija Julie.
Un buen ejemplo de su pintura al aire libre se encuentra en el cuadro Mujer y niña en una pradera en Bougival, pintado en 1882, donde se cree que muestra a su hija, Julie, entregándole una flor a su niñera, Paisie, y cuyas figuras se mezclan con el jardín salvaje y la hierba alta que las rodea.
Lo cierto es que el tema preferido para pintar de Morisot era su hija Julie, que aparece en otras muchas pinturas al aire libre (llegó a pintar casi cincuenta lienzos cuando Julie cumplió doce años), como el cuadro Niña en el jardín, pintado en 1887 en el jardín que había detrás de la casa de Morisot en París.
Vendió relativamente pocas obras
Otra diferencia a tener en cuenta con respecto a sus colegas fue que, a pesar su reconocimiento, vendió relativamente pocas obras a lo largo de su trayectoria artística, razón por la que su arte está comparativamente poco representado en los museos, salvo el Museo Marmottan Monet en París, que alberga la colección de su obra más importante del mundo.
Berthe Morisot murió en París el 2 de marzo de 1895, habiendo logrado ser la única pintora que participo en la primera exposición impresionista de 1874 y en otras posteriores. Un gran éxito como mujer y como artista. Su dominio de la luz y la particular belleza de sus cuadros han pasado a la historia, especialmente aquellos para las que tuvo que salir a la calle. Esa pintura al aire libre que tantos problemas daba a las mujeres pintoras de la época y que ella supo defender magistralmente, con pinceladas sueltas que trazaban paisajes y jardines exuberantes y algo salvajes.
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