En sus bodegones minimalistas, los objetos naturales como frutas, verduras, flores y conchas se suelen asentar en un repisa de piedra sobre un fondo oscuro. Adriaen Coorte fue uno de los pintores de naturalezas muertas más originales y cautivadoras del siglo XVII. Sin embargo, su obra permaneció completamente olvidada durante más de dos siglos después de su muerte, aunque fue felizmente rescatada en la década de 1950.
Adriaen Coorte pertenecía a una familia de IJzendijke, un pequeño pueblo cerca de la ciudad holandesa de Midelburgo (Middelburg en neerlandés) en la provincia de Zelanda (Zeeland). Aunque no está documentada con precisión la fecha de nacimiento, ni la de su defunción, los registros de sus hermanos sugieren que nació entre 1659 y 1664. La fecha de su muerte se sitúa después de 1707, año de su último trabajo conocido.
Uvas y frutas en una repisa / Colección privada |
Coorte estuvo activo en Midelburgo y sus alrededores, y hay alguna evidencia que sugiere que pasó un tiempo en Àmsterdam y se formó en el estudio de Melchior d’Hondecoeter.
Las descripciones de su trabajo que se conservan desde principios de siglo XVIII sugieren que era un artista reconocido en ese momento. Sin embargo, su nombre fue olvidado hasta la década de 1950, cuando el historiador de arte y ex director del Museo Dordrechts, Lawrence J. Bol (1898-1994), reconoció nuevamente sus cualidades artísticas y publicó un catálogo razonado de la obra de Coorte en 1977.
Espárragos y grosellas rojas en una repisa de piedra / Colección privada |
Poco se sabe de él, ciertamente, pero, a cambio, su obra sí tiene mucho que decir. Se especializó en naturalezas muertas minimalistas, y a menudo mostraba objetos únicos.
Diseño, cromatismo e iluminación
Inicialmente pintó temas más tradicionales, como bodegones vanitas, un subgénero del bodegón o naturaleza muerta frecuente en la pintura barroca holandesa, por lo general de alto valor simbólico y alegórico, que resalta la vacuidad de la vida y la relevancia de la muerte como fin de los placeres mundanos. No faltan en esos bodegones cráneos y esqueletos.
Pero eso fue antes de especializarse en bodegones de frutas y verduras. Fresas, melocotones, bayas, uvas, albaricoques, ciruelas o alcachofas son algunos de los objetos representados magistralmente en las pinturas de Coorte. En sus obras se percibe el efecto de serenidad y armonía que suele perseguir esta rama de la pintura tan popular en el arte occidental del siglo XVII, sirviéndose del diseño, el cromatismo y la iluminación. Son texturas y superficies en gran detalle y con efectos de luz realistas.
Entre todo ese universo hortícola, sin duda, uno de sus temas favoritos, además de las fresas y los albaricoques, fue el manojo de espárragos que representó en una serie de pinturas, y que hoy se conservan en diferentes museos, como el Rijksmuseum de Ámsterdam, el Fitzwilliam Museum de Cambridge, la National Gallery de Londres y el Ashmolean Museum de Oxford.
En esas composiciones sencillas de objetos naturales, los detalles sutiles se encuentra por todas partes: una ramita que cae, una mariposa, una flor o una libélula. La representación de los objetos es realista e increíblemente fiel a la naturaleza. En algunos casos, la pieza se representa a tamaño real.
Bodegón con cinco albaricoques, 1704 / Mauritshuis |
La obra de Adrian Coorte rescatada hasta ahora comprende más de 60 pinturas firmadas, la mayoría naturalezas muertas de pequeña escala, en su mayoría fechadas entre 1683 y 1705. Casi dos tercios de sus naturalezas muertas las pintó en papel que, probablemente, después pegó a un panel o lienzo, algo inusual en el siglo XVII.
Los especialistas no solo destacan el uso que hace Coorte del papel, sino también su técnica pictórica, ya que su interpretación incorrecta de la perspectiva muestra con poca precisión algunos elementos, como las mesas de piedra o los tazones de barro. Pero parece que estas distorsiones son lo que dan cierto encanto a sus pinturas, al menos eso es lo que opinan muchos de sus admiradores.
Bodegón con fresas silvestres, 1705 / Mauritshuis |
Me fascina la iluminación impecable y bellamente elaborada en sus pinturas, una luz que pone acentos y hace que ese extraordinario realismo se vuelva algo irreal. Guardaré aquí algunos de esos bodegones para volver a ellos de vez en cuando.
Bodegón con espárragos, 1697 / Rijksmuseum |
Naturaleza muerta con mariposa, albaricoques, cerezas y una castaña / Colección privada |
Tres melocotones sobre un pedestal de piedra, 1705 / Rijksmuseum |
Naturaleza muerta con racimo de uvas colgando, dos nísperos y una mariposa, 1687 / RKD – Netherlands Institute for Art History |
Un cuenco de fresas sobre un pedestal de piedra, 1696 / Rijksmuseum |
Una ramita de grosellas sobre un pedestal de piedra, 1699 / Rijksmuseum |