Conservamos las inflorescencias secas y no siempre con la idea de recoger semillas. Para mí es ya un ritual. En ocasiones a final del verano, otras ya avanzado el otoño, acabo recogiendo esas cabezas de semilla cuando están suficientemente secas. Son mis pequeños tesoros.
Mi favorita es la de la zanahoria silvestre (Daucus carota ssp. carota) de la que hablé en esta entrada. En ese enlace podéis tener algo más de información y curiosidades sobre su inflorescencia en umbela de umbelas.
Pero me consta que no soy la única fan de las umbelas secas de la zanahoria silvestre. Y es que probablemente sea una de las más bellas entre todas las inflorescencias secas que pueden verse en los jardines cuando éstas no se cortan, lo que favorece la autosiembra y, al mismo tiempo, añade interés al jardín durante los meses en los que la floración es escasa. Si os interesa leer algo más sobre el tema, podéis consultar el artículo que publiqué (con algunas de mis reliquias de otoño) titulado Piet Oudolf en cuatro estaciones (más una).
Cabezas de semillas: Daucus carota (Zanahoria Silvestre)
Si dejamos sin cortar las umbelas secas, la naturaleza continuará su ciclo biológico, pero en el caso de que queramos recoger algunas de esas semillas para sembrarlas en otra zona, aquí dejo un par de consejos básicos.
Parece ser que son las umbelas primarias y secundarias las que dan mejores semillas, por lo que es aconsejable guardar solo las semillas de esas partes de la planta, siempre que sea posible.
Frotamos con las manos las cabezas de semilla cuando están bien secas y se tamizan para desechar trozos pequeños. Cuando las semillas se obtienen manualmente (las comerciales son frotadas mecánicamente) conservan unas aristas en la superficie que, al parecer, permiten a las semillas de zanahoria penetrar en la tierra.
Las semillas pueden durar más de tres años en un sitio frío, oscuro y seco. Lo ideal es sembrarlas cuando tienen dos años. Sembrarlas a poca profundidad, porque germinan mejor con luz. Hay unas mil semillas por gramo.
De semillas va la cosa, y de futuro, porque gracias a ellas la vida silvestre continúa.