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Calabazas ornamentales. Para gustos, los colores (y materiales)

Calabazas - Pumpkins by Terrain
Hace algo más de 10 años, cuando visitaba a un cliente de Alicante que tenía su pequeña producción propia y, además, centro de jardinería de venta al público; descubrí lo que yo creía que era un tesoro.

Unos cajones llenos de calabazas pequeñas, de muy diversas variedades, tamaños, colores… calabazas perfectas para la decoración de otoño. Calabazas que entonces apenas eran utilizadas como tal en nuestro país.

A mí se me iluminó la mirada y le pregunté al cliente ¿tienes más? Él me contestó que sí, claro que sí. En lo campos de atrás hay un montón, dijo, son las que planta mi padre. Todos los años en marzo, continuó diciendo, echa semillas en todos esos bancales y tenemos calabazas hasta aburrirnos.

La siguiente vez que lo visité, unos días después, fue para recoger esas pequeñas calabazas que yo misma seleccioné y llene en sacos, después de llegar a un acuerdo con ese cliente, que acababa de convertirse también en proveedor.


Posteriormente, iba preguntando a otros clientes de la zona, que en su mayoría tenía terrenos de cultivo, y, efectivamente, algunos de ellos tenían calabazas, pero no en la cantidad necesaria para comercializarlas. A todos les sorprendía mi curiosidad, puesto que les parecía que aquello no eran más que eso, calabazas.


Los sacos llenos de mis nuevas calabazas ornamentales no tenían un lugar adecuado en el vivero y los llevé al garaje de mi casa. Allí las extendí bien y fui seleccionándolas y distribuyéndolas en cajas grandes por colores y tamaños, y sin apelmazarlas . Compré cajas para poder distribuirlas, agrupadas por docenas y, pacientemente, las fui llenando, alternando de la forma más equilibrada posible, los colores, formas y los tamaños.

Eso fue el primer año. La mayoría de los centros de jardinería a los que se lo ofrecí se sorprendían, no sabían qué había que hacer con esas calabazas. No acababan de entender su sentido.  Pude venderlas todas dentro de la temporada, pero, a juzgar por lo que tuve que argumentar, entendí que había que esperar a que la publicidad y las redes sociales convencieran a los consumidores de nuestro país de que aquellas pequeñas calabazas eran un original modo de decorar en otoño.

Con solo un año de experiencia y muchas calabazas seleccionadas una a una, llegué a tener cierto empacho de calabazas ornamentales. Sin embargo, tengo que reconocer que ya me he reconciliado con ellas y me quedó ese gusto por separar colores, formas y tamaños. 

Hoy he disfrutado enormemente agrupando calabazas, pero en esta ocasión se trata de las fotos que Terrain, una conocida firma de Palo Alto (California), publica en su sitio web, y donde las calabazas ornamentales lucen de tal forma que están para comerse, incluso aquellas que vienen decoradas y forradas de terciopelo.

No me gusta Halloween, o tal vez sea más correcto decir que no me interesa. Pero sí me cautiva el otoño y las calabazas. Pequeñas y grandes. En la cocina, en el salón, en el porche o en cualquier rincón. Frescas, secas, o hechas con terracota; las que están forradas de seda y, también, como no, las que ha creado Yayoi Kusama, que me fascinan. No cabe duda, puedo afirmar sin temor a equivocarme me gustan todas las calabazas.

FOTOS Terrain

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