Cedros, magnolio, Ahuehuete, boj, laurel, aligustre… y cipreses. Estamos en el Parterre, el jardín neoclásico del Retiro de Madrid. Una visita rápida, muy rápida, que nos permitirá observar también esos cipreses moldeados por el hombre.
En las dos hectáreas del soleado Parterre del Retiro, a las formas cilíndricas, esféricas y rectangulares de laureles, aligustres y boj, le acompañan las formas caprichosas de las figuras geométricas de los cipreses (Cupressus sempervirens), también conocido como ciprés piramidal (por su forma), ciprés italiano, o ciprés de los cementerios (por su uso habitual en los camposantos).
Topiaria y cipreses en el Parterre del Retiro
De origen mediterráneo, el ciprés (Cupressus sempervirens) es posible encontrarlo prácticamente en toda España. Su denominación latina ‘sempervirens’ hace referencia a una de sus principales características: que se mantiene “siempre verde” todo el año, además de ser una especie rústica y con pocas necesidades de agua.
Si se deja crecer, se convierte en un impresionante árbol de forma piramidal. Aunque su uso en jardinería ha estado siempre limitad al relacionarse con su habitual presencia en los cementerios. Sin embargo, sí se ha utilizado abundantemente en la formación de setos y creación de laberintos vegetales.
Su follaje cerrado y tupido es lo que hace que pueda recortarse hasta formar tronco-conos casi perfectos, tan frecuentes en los laterales de nuestros parques.
He nacido y vivido muchos (muchos) años en Madrid y cuando regreso a esa ciudad, aunque sea por unas horas, me gusta tener la oportunidad de ver algún rincón que, de un modo u otro, resulte significativo. Ayer, en una escapada de apenas 9 horas a Madrid, tuve la oportunidad de atajar la trayectoria cruzando por el Parque del Retiro. Mi familia no esperaba, pero yo sí me detuve un instante delante de esos cipreses que el hombre y su tijera han modelado creando formas caprichosas.
Suelo decirlo, gustarán o no, parecerán o no una aberración, pero están ahí recordando que por ellos han trepado más de un niño. Los hemos visto siempre que entrabas o salías del parque del Retiro por la Puerta de Felipe IV, en la calle Alfonso XII. Son esos cipreses que le plantan cara a un jardín geométrico de estilo francés que quería ser Versalles y se convirtió en el Parterre del Retiro.
Si caminas por allí, es casi imposible que pasen desapercibidos y que no te detengas un instante para disparar una o varias fotos, aunque sea con el móvil. Después, al verlas, piensas, voy a compartirlo, porque no cabe duda de que esos cipreses, a cuya laboriosa poda de formación le siguieron pinzados y continuos retoques, llevan años creando un paisaje fantástico y constituyen un ejemplo perfecto del Arte de la Topiaria, ese arte que reduce los elementos vegetales a las formas deseadas, gracias a la técnica creada por los romanos y que se recuperó en la Edad Media, para convertirse en una tradición ininterrumpida en los jardines italianos del siglo XV y en el jardín holandés del siglo XVII.
Lo dicho, te gustarán o no, pero siempre los observarás admirado. Si visitas el Retiro de Madrid, pregunta por los cipreses del Parterre, el jardín geométrico que mandó construir Felipe V a principios de siglo XVIII a semejanza de los Jardines de Versalles.