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Cómo conservar las semillas correctamente


Las semillas que compramos u obtenemos de nuestras propias plantas conviene almacenarlas correctamente para garantizar su viabilidad.  Al fin y al cabo, no hay que olvidar que las semillas son seres vivos y necesitan que se cumplan una serie de requisitos a la hora de conservarlas, ya sea en el interior del hogar o en casetas para jardín.


Cómo conservar en estado óptimo las semillas

En líneas generales, la regla de oro para conservar en estado óptimo las semillas que vamos a plantar en el jardín o huerto, es que se almacenen en lugares frescos, secos y oscuros. Esto quiere decir que hay que evitar exponerlas a lugares con demasiado calor o frío; controlar el nivel de humedad del sitio donde vayamos a almacenarlas y situarlas en lugares donde no les de la luz directa.

Todos sabemos que la humedad puede causar moho y hongos, por lo que la mejor manera de mantener las semillas secas es guardarlas en un recipiente hermético. Puede ser una caja archivadora o una caja de herramientas de metal, plástico duro o vidrio, donde se guardarán las semillas dentro de su paquete original o en un sobre de papel para semillas. Si se utiliza un recipiente que no sea completamente hermético, se pueden agregar unos granos de arroz o los pequeños paquetes desecantes (gel de sílice) que suelen venir en bolsos y zapatos nuevos, con el fin de absorber el exceso de humedad. Lo ideal es clasificar los paquetes de semillas según su temporada de cultivo o por meses.


Tampoco es bueno que las semillas estén expuestas a calor y humedad al mismo tiempo, algo que podría provocar que broten prematuramente, al hacerlas pensar que es hora de despertar y germinar.

Si vamos a conservar las semillas en casetas de jardín, es importante recordar que tenemos que situarlas donde no reciban la luz solar directa. Muchas tienen rejillas de ventilación que facilitan el flujo de aire en el interior, lo que proporciona un entorno de almacenaje seguro y seco.


Cómo probar la tasa de germinación

Hay que tener en cuenta que la calidad de las semillas que se dejan almacenadas disminuirá con el tiempo. Si la semilla no parece fresca o tiene más de un año, es una buena idea probar la tasa de germinación. Si las tasas de germinación son bajas, conviene sembrarlas inmediatamente, con el fin de asegurarnos de que germinen y crezcan suficientes plántulas para la cantidad de plantas que necesitamos para el jardín o huerto. Cuando tasa de germinación es excepcionalmente baja, se tienen que descartar esa semillas y comprar semillas nuevas para asegurarnos una viabilidad óptima.


Para realizar una prueba de germinación, hay que seleccionar al menos 20 semillas escogidas al azar. Éstas se extienden sobre varias capas de papel de cocina prehumedecido, enrollándolas en el papel para que queden separadas unas de otras. A continuación, se coloca el rollo en una bolsa de plástico, manteniéndolo en un lugar cálido (21 a 26º C).

Pasados dos o tres días se revisan las semillas, y después todos los días durante aproximadamente una semana. Cuando una raíz o un cotiledón sobresale a través de la cubierta de la semilla, la semilla ha germinado.

Una vez que algunas semillas hayan brotado y, tras una semana, todo indica que ya no van a surgir más, se puede calcular la tasa de germinación. Para determinar el porcentaje de germinación, se divide la cantidad de semillas germinadas por la cantidad de semillas analizadas.



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