Una buena cosecha de flores silvestres antes de las fuertes lluvias de hoy. No es un paisaje de flores silvestres, es un puñado de flores con colores en tonos pastel. Blanco y rosa. Un toque de aroma de cilantro. Y algo más. Una especie de oda al agua y a la primavera. Mucha ilusión que he compartido esta mañana en mi Instagram. Ahora quería guardar esas flores también aquí.
A diferencia del invierno pasado que trajo abundantes lluvias y, con ello, una generosa exhibición de flora silvestre (hablo de la provincia de Valencia), este año, la tremenda sequía de otoño e invierno no ha dejado muchas alegrías para la primavera en lo que a abundancia y variedad de flores silvestres se refiere. Una primavera revuelta y sin apenas agua, hasta hace unos días. La lluvia llega tarde, pero mejor que nunca, los colores vivos quieren asomar por fin y parece que podremos disfrutar de ellos en el campo y el jardín, antes de que el verano lo agoste todo.
Ayer anunciaban fuertes lluvias. Decidí recoger las semillas de cebollino (Allium schoenoprasum), que estaban ya en su punto (llevo ya días recogiendo sus semillas). También cinco o seis flores de gardenia, que comienza a florecer (este año va a ser un espectáculo, con miles de capullos a punto de abrir) y pensé, se van a mojar, se pondrán feas… qué pena ¿verdad? Lo dicho, cogí las flores, les quité el cáliz y las puse en un cuenco plano con agua.
Lo siguiente que hice fue cosechar un buen puñado de flores silvestres. Ya comenté en su día, al hablar de las las plantas silvestres en el jardín, que es una cuestión de gustos y no siempre funciona, pero lo es una gran satisfacción verlas brotar de forma espontánea y comprobar después que saben lo que necesitan. Claro que tal vez en ocasiones se equivocan y caen en alguna que otra maceta o en un lugar al que no son del todo bienvenidas. No vayamos ahora a exagerar con el tema de la flora silvestre, porque también hay que saberla gestionar y a veces requieren algo de nuestra atención.
Lo cierto es que ayer, entre el jardín y el paseo, conseguí reunir flores de puerro silvestre (Allium ampeloprasum), reconozco que para mí es absolutamente tentador incluirlo en muchos de los ramos (muy caseros) que preparo desde mayo hasta el verano, tenéis más ejemplos en «Flores que deja mayo en el jardín, en el camino y en el jarrón» (ver aquí) y «Del jardín al jarrón. Garden bouquet con Allium y Solanum jasminoides» (ver aquí).
Junto al puerro silvestre, otra flor que me encanta, la de la zanahoria silvestre (Daucus carota). Tampoco faltan las flores, entre blanco y rosa muy pálido, de una aromática cada vez más utilizada en la gastronomía, el cilantro (Coriandrum sativum), una planta alóctona cultivada por esta zona y que comienza a crecer sin intervención humana. No me olvidé de otra de mis flores favoritas, las ligeras escabiosas. Y, por último, una silvestre algo invasora pero con bonitas flores blancas. Me refiero a al perejil borriquero (Torilis arvensis), que tiene, como la zanahoria silvestre y el cilantro, inflorescencias en umbela de umbelas.
Entre todas ellas, alguna que otra gramíneas, como las espiguillas de Agrostis capillaris. Y ahí están. Flores silvestres frescas como una lechuga y bonitas como las rosas.