Más conocida como parra virgen o enredadera de Virginia, Parthenocissus quinquefolia es esa popular y vigorosa trepadora de rápido crecimiento, que a lo largo de los siglos ha adornado las fachadas de edificios históricos. Apreciada por su interés estacional a medida que su follaje se transforma de púrpura a verde antes de volverse rojo brillante y bronce en otoño, es una de las primeras enredaderas en colorear esa estación.
Así es. Resulta imposible resistirse a los espléndidos colores otoñales de esta escaladora vigorosa que anuncia la nueva estación, incluso cuando las temperaturas máximas alcanzan los 30º C, como ha estado sucediendo este año en casi toda España durante la primera quincena de octubre.
Hiedras y vides como la parra virgen han sido apreciadas para reverdecer las fachadas desde la época de los Jardines Colgantes de Babilonia, donde las plantas colgaban sobre terrazas de varios niveles. Esas trepadoras también cubrieron las fachadas de los castillos, convirtiéndose en la última moda durante el Romanticismo, una moda que resurgió a principios del siglo XX para cubrir las fachadas de numerosos edificios históricos. Hoy en día, el reverdecimiento de las fachadas se aprecia no tanto como una moda, sino como un estilo de vida urbano planteado desde una perspectiva ecológica. No obstante, no hay que olvidar que hiedras y vides, entre ellas la parra virgen (Parthenocissus quinquefolia), tienen otros usos ornamentales y no siempre trepan por las paredes.
Parthenocissus quinquefolia (parra virgen o enredadera de Virginia)
Parthenocissus quinquefolia, el nombre botánico de la parra virgen o enredadera de Virginia, es una planta rastrera y trepadora leñosa de hoja caduca que pertenece a la familia de las vitáceas (Vitaceae), la misma que la de la parra de uvas. El nombre del género proviene de los términos griegos, parthenos (virgen) y kissos (hiedra), mientras que el epíteto específico, quinquefolia, hace referencia a los cinco foliolos palmados de sus hojas.
De origen americano, su área de distribución nativa se extiende desde el sureste de Canadá a El Salvador, y de Bermudas a Cuba, aunque lo cierto es que se ha naturalizado en otras muchas partes de mundo, estando considerada en algunos países como especie alóctona invasora. Su hábitat nativo se encuentra en ecorregiones de chaparral y matorrales, bosques abiertos, bosques sombreados, riberas de arroyos y riberas de ríos.
Tallos trepadores de hasta 12 metros de largo
Con tallos trepadores que con el tiempo pueden alcanzar hasta 12 metros de largo, las hojas de la parra virgen tienen hasta 6 centímetros de largo y 5 folíolos irradiados desde la punta del pecíolo. Son hojas dentadas, con la punta puntiaguda, y ahusadas hasta la base. Desde principios del otoño, esas hojas se vuelven malva brillante, rojo y bronce anaranjado, una gama cromática indiscutiblemente atractiva para celebrar el cambio de estación.
Las flores, sin embargo, carecen de interés ornamental, aunque su néctar sí hace a esta planta útil para los jardines de vida silvestre, ya que es atractivo para las abejas. Son flores discretas, pequeñas, verdosas y agrupadas en racimos, que aparecen al final de la primavera, seguidas en otoño de atractivas bayas de color azul oscuro de entre 5-10 milímetros, que persisten tras la caída de las hojas. Esas bayas son altamente tóxicas para los humanos, pero no lo son para las aves silvestres, que se alimentan de ellas durante el invierno.
Planta rústica fácil de cultivar
La parra virgen (Parthenocissus quinquefolia) es una planta con buena tolerancia a una amplia gama de suelos, preferiblemente con humedad media y bien drenados. Eso sí, necesita un jardín grande para ofrecer su mejor versión. Además, puesto que los tallos no se ramifican fácilmente, si se desea crear un efecto denso es necesario plantar un buen número de plantas. A pesar de que las plantas se adhieren solas, necesitan ayuda para comenzar, así que inicialmente suele ser necesario atarlas a un enrejado.
Rústica y fácil de cultivar, la parra virgen puede tolerar heladas de hasta -20 a -15º C y es moderadamente resistente al calor, períodos de sequía, condiciones costeras y a la compactación del suelo.
Aunque crece bien en sombra parcial e, incluso, puede tolerar la sombra total, no hay que olvidar que el mejor color rojo del otoño se da cuando la planta está situada en lugares soleados.
Esta vigorosa trepadora florece con el crecimiento del año anterior o actual y no necesitan poda regular. Sin embargo, lo habitual es que sea necesario recortar sus ramas para controlar el crecimiento de la planta y mantenerla en el espacio disponible. Se suele podar a principios del invierno, pero puede recortarse también en verano si fuera necesario.
La estructura sobre la que trepa es el factor limitante
Tan admirada como temida, todo hay que decirlo, Parthenocissus quinquefolia o parra virgen en una vigorosa enredadera de rápido crecimiento que conviene ubicarla en áreas donde tenga espacio para expandirse y crecer. La estructura sobre la que trepa es, por lo tanto, un factor limitante.
Hay que tener en cuenta que una de las características de la parra virgen es que se adhiere mediante zarcillos que terminan en puntas parecidas a adhesivos (también llamados discos de ventosa), lo que le da la capacidad de cementarse a las paredes y, por lo tanto, no necesita soporte. A diferencia de algunas enredaderas trepadoras, que poseen raicillas penetrantes como fijación, la parra virgen no daña los edificios, aunque sus zarcillos sí pueden estropear la apariencia de las paredes una vez que se han eliminado las enredaderas.
¿Qué significa esto? Pues que no es recomendable plantar la parra virgen cerca de paredes de madera o tejas, porque los zarcillos son difíciles de quitar y pueden arruinar las superficies pintadas. Además, si no se controlan, también pueden adherirse y dañar gravemente objetos como canaletas, contraventanas o cableado alrededor de casas y edificios.
En espacios verticales, enrejados, pérgolas y como planta rastrera
Lo ideal es utilizar la parra virgen en espacios verticales como pantalla o plantada en un enrejado resistente y, cómo no, cubriendo una pérgola, donde además del color otoñal se puede disfrutar de una delicada sombra en verano. En este último caso, es un verdadero espectáculo observar en otoño sus tallos trepadores suspendidos y cargados de coloridas hojas meciéndose con la menor brisa.
Otra opción es aprovechar la cualidad como planta rastrera de la parra virgen, cubriendo el suelo con hojas de un verde exuberante antes de adquirir colores brillantes en el otoño, dejando que se extienda libremente en áreas inclinadas para controlar la erosión del terreno.
Cubriendo suelos, trepando muros y colgando sobre pérgolas, los fantásticos colores otoñales de la parra virgen son siempre presagio de que el verano va dando paso a una nueva estación. Poco a poco, eso sí.
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