Cultivan flores de corte en un jardín protegido por altos muros de ladrillo, un espacio que, en pleno siglo XXI, traslada al visitante a la época dorada de esos jardines amurallados victorianos, construidos con la intención de fueran lo más productivos posible.
Jardín amurallado en Stokesay Court
Stokesay Flowers es el nombre del jardín de flores amurallado que se encuentra en el corazón de Stokesay Court, una extensa finca ubicada en la zona rural de Shropshire, Inglaterra. Como dato curioso, Stokesay Court es especialmente conocida porque, durante el verano de 2006, se utilizó como una de las localizaciones principales de la adaptación cinematográfica de la novela de Ian McEwan, Expiación (Atonement). El director Joe Wright (Orgullo y prejuicio) y los actores Keira Knightley, James McAvoy, Saoirse Ronan, Brenda Blethyn y Vanessa Redgrave pasaron casi seis semanas filmando escenas clave en Stokesay y sus alrededores.
Ese antiguo jardín amurallado tiene la suerte de disfrutar de un diseño y edificación del siglo XIX, época en la que los constructores sabían bien cómo hacer que esos espacios destinados al huerto y jardín de flores fueran lo más productivos posibles.
Y eso es algo que han podido comprobar Barney y Victoria Martin, propietarios de Stokesay Flowers, quienes, junto con su equipo de trabajo, cultivan extraordinarias flores de jardín en unos cuatro mil metros cuadrados de terreno. Un espacio de cultivo que se beneficia de una suave pendiente, orientación sur, buena tierra profunda y muros de abrigo muy altos alrededor que están protegidos por altos árboles al oeste. Todos los requisitos necesarios para favorecer la producción de cosechas muy generosas.
De hecho, cuando en 1890 se construyó ese jardín amurallado, que se había ideado como jardín comestible para abastecer las necesidades de los propietarios, fue muy productivo durante décadas. Allí se cultivaron numerosos árboles frutales, que eran cuidadosamente entrenados, y gran abundancia de frutas, verduras y hortalizas para la casa y la finca.
Sin embargo, a partir de la Primera Guerra Mundial fue cayendo gradualmente en el abandono, hasta que finalmente se lo alquilaron a una pareja que con el tiempo lo fue recuperando. Despejaron la maraña de zarzas y crearon un jardín limpio en su mayoría con césped, pero con algunas camas de vegetales bien cuidadas y una gran parcela de frutos rojos.
Un jardín para el cultivo de flores de corte
Así fue como Barney Victoria Martin encontraron, en 2012, el jardín amurallado de Stokesay, que pudieron alquilar cuando los inquilinos se jubilaron. Un jardín que les enamoró tanto como el romántico escenario que lo rodea. Lo cierto es que en ese momento ninguno de los dos era experto en jardinería. Solo ella había estudiado horticultura en el Plan WRAG (Plan de trabajo y readiestramiento como jardinero) y diseñó algunos jardines durante la estancia de ambos en Shanghái. Pero eso no fue ningún impedimento, y solo les hizo falta tiempo y mucha fuerza de voluntad.
En el jardín amurallado de Stokesay, los altos muros de ladrillo protegen un espacio rectangular de 100 x 50 metros, que está dividido por un camino de grava. Cuando Barney y Victoria se encargaron de él solo estaba cultivado el 20 por ciento. Ocupando el tercio superior más soleado, había camas de frutas, verduras y plantas anuales. El resto era césped.
Lo que hicieron fue ir eliminando gradualmente la producción, conservando el espíritu de un huerto, y el espacio que iba quedando lo dedicaron a la producción intensiva de flores de corte, que se distribuyeron en una cuadrícula tradicional de hileras y camas más anchas.
Fueron creciendo lentamente. Los primeros años se centraron en las plantas anuales, como las fragantes flores del guisante de olor en verano y los alegres Cosmos. Pronto se fue incorporando la plantación de especies herbáceas perennes, como milenrama, áster, crisantemos de jardín, campánulas y geums, entre otras especies. También, algunos arbustos, que incluyen hortensias, como Hydrangea paniculata que, al parecer, tienen una especial popularidad y éxito.
No podían faltar las plantas bulbosas de primavera y, también, bulbosas de verano, con una interesante variedad de dalias que brillan con luz propia en estos días. Las trepadoras, como jazmines y clemátides, les sirven para aprovechar los viejos muros. Pero, sobre todo, en ese jardín de flores destaca el cultivo de rosas, sus favoritas, con una importante variedad de rosas inglesas y antiguas.
Los primeros años ofrecían un servicio de floristería local, producían flores para bodas y llegaron a tener puestos en el mercado. También impartían cursos y organizaban eventos. Pero ahora han limitado su actividad al cultivo de flores para floristas y la venta de flores por correo, algo que iniciaron para poder llevar flores frescas a los hogares durante el cierre por la pandemia en 2020.
En días con niebla, el encanto de este jardín es indiscutible. Si, además, el verano y otoño se encuentran, las flores son un festín. Eso me parece a mí.
Fotos © Clive Nichols • Información: Stokesay Flowers
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