De aquellas semillas, esas hojas y flores

Amapola de Islandia (Papaver nudicaule)

El mes de mayo suele dejar una estela en el jardín que nos indica que todo está ya a pleno rendimiento. Las plantas que finalizan su ciclo dejan frutos y semillas. Las que se incorporan para iniciar la temporada estival nos regalan frondosa vegetación y resplandecientes flores. Todas tienen algo que ofrecer y eso implica que el trabajo en el jardín se multiplica por dos.

De aquellas semillas y esquejes

Siempre que nos referimos a mayo en el jardín, vienen a nuestra mente las flores. Es inevitable imaginar esa explosión de color y aroma que inundan los jardines. Pero mayo también tiene vistoso follaje, hojas bellas y aromáticas; y una particular «trastienda», porque se trata de un mes en el que empiezan a asomar los brotes de aquellas semillas que guardamos en la temporada anterior y que, con inevitable ilusión, sembramos en marzo o abril, para «ver qué pasaba con ellas».

Y sí, muchas fallan, pero cuando vemos asomar el primer brote de las que, felizmente, han germinado, siempre hay una sonrisa pícara que dice, lo conseguí. Nuestra vanidad se pone en acción y hasta olvidamos que en realidad es la naturaleza la que se ha encargado de hacer ese trabajo. Pero bueno, nosotros hemos puesto nuestro granito de arena y es justo que nos pongamos alguna medalla, aunque sea de chocolate.

Coreopsis tinctoria ‘Salsa’

Las plantas en general reaccionan a todo con celeridad en este mes. Su actividad está a pleno rendimiento y un simple despunte de las flores marchitas, el deadheading que dicen los ingleses (me encanta ese término), tiene como respuesta en solo unos días una profusión de flores espectacular. Esa actividad se va desvaneciendo a medida que avanza el verano. Entonces, dejamos que todo siga su curso y entran en juego las semillas secas que tanto interés aportan (y que tantas semillas regalan).

El mes de mayo es el mes de las flores, sí, pero también el de las semillasde aquellas plantas que se retiran hasta el siguiente otoño, dejando como recuerdo vistosos frutos que tienes que cosechar para poder guardar sus simientes. Y vuelta a empezar. Por cierto, me encanta la forma que tiene de asegurarse la descendencia el Cyclamen. Es, también, ese mes en el que coges sin miedo esquejes con la esperanza de que traigan algo nuevo que plantar.

Cápsulas de semillas de Cyclamen persicum

Una espontánea que ha brotado en la escalera. Lobularia maritima

Esquejes de Perlargonium peltatum

Brote de Phlomis russeliana

Primeras hojas de albahaca (Ocimum basilicum)

Es el mes de las rosas y hasta de los cactus, en los que explotan sus vistosas flores sin cesar; de amapolas de muchos colores, de geranios y gitanillas (Pelargonium); de estivales que asoman con fuerza, como zinias y coreopsis; de las siempre bellas alstroemerias, que regalan flores y, también, semillas; de flores blancas de celindas y espireas. De nísperos y sus primeros frutos.

Es el mes de las capuchinas, cuyas hojas parecen querer comerse el jardín y nosotros queremos comérnoslas todas. Y también es el mes de la menta y la hierbabuena, que responden a la poda y brotan de nuevo. Del cebollino y el puerro silvestre, cuyas inflorescencias en esfera dejaran después buenas semillas; de la albahaca, cuyas hojas emergen para recordarnos que la ensalada de tomate que tomamos al aire libre es mucho más sabrosa si nos acordamos de ellas.

Coreopsis, Aeonium arboreum atropurpureum y Zinnia

Este mes de mayo que está a punto de finalizar nos ha traído a la memoria la razón por la que nos gusta tanto vivir al aire libre, anunciando a bombo y platillo que ahora comienza el espectáculo. Las noches en el jardín están cada vez más cerca, parece susurrarnos al oído en sus últimos días este mes de mayo, y lo hace en compañía de un jazmín en flor que se ha encargado de perfumar buena parte de la primavera.