‘El jardín encantado’, Marie Spartali Stillman,1889 |
Crear en invierno ‘un jardín lleno de hierba verde y flores y árboles en flor, como si fuera mayo’ no es tarea fácil, a no ser que tan solo pretendas evocarlo en una pintura y hacerlo inspirado en un cuento. Marie Spartali Stillman lo consiguió, en cierto modo, como lo hizo antes Boccaccio en el Decamerón.
Marie Spartali Stillman (1844 – 1927) fue una artista de origen griego que perteneció a la tercera generación de la Hermandad Prerrafaelita, para muchos la mejor artista femenina de ese movimiento artístico británico. Pero también fue musa para algunos artistas prerrafaelitas, ya que figura en muchas de sus obras más destacadas.
La Hermandad Prerrafaelita se inicia con un grupo de siete artistas que celebraron su primer encuentro en Londres 1848. Concebían la pintura como una narración figurada y elegían modelos históricos a pintores del pasado que había sido fundamentalmente narradores. También se impuso un nuevo naturalismo, donde se reconoce en los elementos naturales un sentido de arcaico mensaje divino. Pero los expertos opinan que, a pesar de esa inclinación espiritualista, la poética prerrafaelista no es en absoluto simbolista. La hermandad se disolvió en cinco años, pero sus ideales fueron heredados por dos generaciones sucesivas.
El jardín encantado
Detalle de ‘El jardín encantado’, Marie Spartali Stillman,1889 |
Su amistad con Dante Gabriel Rossetti y el tiempo que vivió en Italia despertaron en ella una interés especial por temas literarios italianos. Pero su estancia en Italia también le sirvió para encontrar inspiración en la época del Renacimiento, tanto en el tema como en el estilo, algo que puede apreciarse en este cuadro, especialmente en la composición en forma de friso que recuerda tanto a las pinturas de ese período, o la inspiración de los trajes de los pajes, que podría haber nacido en los frescos renacentistas.
En este caso, el material original de la obra El jardín encantado de Marie Spartali Stillman se basa en el Decamerón de Boccaccio, concretamente en la quinta historia del décimo y último día del Decamerón. Lo curioso es que, a pesar de que el Decamerón de Boccaccio no se percibió como un texto particularmente refinado debido a su contenido sexual, fueron varios artistas prerrafaelitas los que se inspiraron en esa obra literaria. El Jardín Encantado que pintó John William Waterhouse casi 30 años después (1916-1917), por ejemplo, también aborda esa historia del Decamerón.
Detalle de ‘El jardín encantado’, Marie Spartali Stillman,1889 |
En el cuento, Messer Ansaldo, un noble de Udine, está desesperadamente enamorado de Madonna Dianora, la virtuosa esposa de otro hombre. Las persistentes atenciones hacia Dianora hacen que ésta decida eludir su insistencia diciéndole que se entregará a él si consigue evocar en pleno invierno ‘un jardín lleno de hierba verde y flores y árboles en flor, como si fuera mayo’. Si no lo conseguía, no debía volver a molestarla nunca más. Algo que podría haberle dado buen resultado a Dianora, si no fuera porque Ansaldo no dudó en emplear un mago a sueldo para llevar a cabo la imposible hazaña de ganarse su amor. Y lo consiguió, el jardín, me refiero.
Y esa escena es la que se representa en este cuadro, con un jardín donde aparecen por arte de magia, nunca mejor dicho, flores de primavera como tulipanes, narcisos, jacintos, anémonas, lirios, azucenas, rosas, peonías y hasta un manzano en flor, entre otras especies. Pero también se aprecia que, fiel a la historia, esa plétora de flores de mayo se produce, sorprendentemente, en pleno invierno, a juzgar por los arcos que rodean la composición a ambos lados, que revelan el paisaje helado y cubierto de nieve al fondo.
Detalle de ‘El jardín encantado’, Marie Spartali Stillman,1889 |
Dicen que este año la primavera comienza con frío e, incluso, con nieve. Pero el temporal pasará y vendrán los días propicios para que en la fiesta del campo y los jardines se entone el primer compás. Que las flores que Ansaldo tuvo que sacarse de la chistera, se presenten sin demora y en todo su esplendor ante nuestros ojos. No dejéis de mirar al suelo por si acaso, también pueden estar ahí. Feliz primavera a todos.
Detalle de ‘El jardín encantado’, Marie Spartali Stillman,1889 |
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