A diario me acuerdo de los pintores impesionistas y con la cámara, como si de un pincel se tratara, intento capturar algunas escenas que los paseos por el campo ofrecen. Pero no es tarea fácil, por no decir que a menudo es casi imposible reflejar la luz, los matices y las sensaciones que transmite la naturaleza.
Vincent Van Gogh: Paisaje bajo un cielo agitado, 1889.-Cortesía de Fondation PIerre Gianadda, Martigny (Suiza) |
Cuando paseas por el campo hay que caminar siempre atento, porque a veces la luz juega contigo y se cuela entre ramas, se refleja en el suelo o ilumina una pequeña zona de matorral. A veces se posa sobre las montañas como si quisiera recordarte su grandeza. Si llevas la cámara y eres rápido puedes llegar a inmortalizar ese regalo de la naturaleza.
Hoy se inaugura una exposición en Madrid Impresionismo y aire libre. De Corot a Van Gogh. Claro, fueron los impresionistas los que llevaron a su máxima expresión la pintura al aire libre, convirtiéndola en su seña de identidad, pero, según recuerda Juan Ángel López-Manzanares, comisario de esta muestra, fue Velenciennes (1750-1819) quien reunió por primera vez una colección importante con más de un centenar de obras al aire libre: «Para él, se trataba de un ejercicio para el ojo y la mano. No había que pintar siempre el mismo tipo de árbol; el pintor debe enfrentarse a la naturaleza, a una realidad completa con sus cambios de luz».
Al final de esta entrada tenéis enlaces que os ampliarán información acerca de esta exposición compuesta por 113 óleos, de los cuales un 75 por ciento no se han exhibido nunca en España.
Hay que caminar con sosiego por el campo, por los parques, por los jardines y también podemos hacerlo a través de maestros que nos enseñan a mirar la naturaleza cuando brilla con todo su esplendor.