En ocasiones se habla del “rubor del geranio” en referencia a la coloración rojiza que toman las hojas bajas (las más viejas) del pelargonium zonale (geranio). Es una expresión que me encanta porque sitúa ese fenómeno en un lugar menos dramático.
Es un aviso, está claro, por eso parecen saltar las alarmas cuando las hojas se tornan rojas. Las causas puede ser muy diversas, pero casi siempre el factor que desencadena esa coloración rojiza está relacionado con las bajas temperaturas del sustrato, que suele estresar a la planta y dificultar la absorción de nutrientes. Con toda probabilidad, será la deficiencia de fosforo la que manifieste esos síntomas: las hojas se vuelven oscuras y si esa deficiencia es severa, comenzarán a tomar el color rojizo-púrpura que habitualmente comienza a observarse a finales de otoño, cuando las temperaturas comienzan a bajar. La situación en zona soleada, cuando el geranio se mantiene en el exterior, suele intensificar esa coloración.
No es necesario eliminar las hojas rojizas, porque una vez que el sustrato vuelve a recuperar temperaturas templadas y la planta supera el estrés, las hojas recuperarán el color verde.
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