En invierno, cuando la escarcha en los jardines cubre aquellas plantas ya desnudas de flores y hojas, pero con una fuerte presencia arquitectónica, se producen escenas verdaderamente mágicas. Llamativas, diría yo, para quienes no estamos acostumbrados a ello.
Las heladas blancas se producen con frío y humedad y no son dañinas para el campo o los jardines, porque protegen la parte interna de las plantas, puesto que el hielo actúa como anticongelante. De este modo, congela los jardines, pero lo hace con pequeños cristales de hielo blanco, una brillante escarcha que transforma suelo, hojas, ramas, flores y otros elementos del jardín, regalando un sutil escenario blanquecino, que se hace mágico cuando la luz clara y brillante del sol de la mañana llena el paisaje y el jardín.
Ya comenté en su día que en los últimos años me he interesado especialmente por la belleza de los jardines en invierno. Esa pasión posiblemente se deba al auge de los diseños de jardín expresamente proyectados para que ofrezcan un interés especial en los días más largos de año, con plantaciones que juegan con la luz y el color, y parecen fundirse con el paisaje invernal.
Escarcha en los jardines de Hyde Hall
En el Dry Garden (jardín seco) de RHS Garden Hyde Hall, un jardín que aprovecha un impresionante paisaje prestado, esa fusión se produce de manera espectacular. Además, en invierno, la escena que presenta cuando la escarcha cubre la vegetación es impresionante. Así lo expresaba Rob Brett hace un año en la revista The Garden, donde destacaba las texturas y formas contrastantes de arbustos, inflorescencias y gramíneas ornamentales.
También se aprecia la silueta de plantas de hoja perenne, como el palmito (Chamaerops humilis) y el ciprés (Cupressus sempervirens), ofreciendo un interesante contraste entre el ambiente mediterráneo seco y el paisaje fresco del invierno. Entre los arbustos, funcionan bien gramíneas ornamentales, en este caso varias stipas y una Cortaderia sellona ‘Rendatleri’. Y, por supuesto, no se puede pasar por alto las cabezas de semillas que permacen durante el invierno, como la del cardo Cynara cardunculus.
Amy Gill, horticultora en Hyde Hall, también opina que el invierno es una época alegre en el jardín, cuando «los aromas dulces llenan el aire y las plantas con flores parecen aún más especiales».
Y pone de ejemplo los tallos ardientes de Cornus (cornejo) y Salix (sauce) en el jardín de invierno, iluminando hasta los días más sombríos; y las gramíneas ornamentales meciéndose con el viento entre franjas de inflorescencias cargadas de escarcha, «todas cuidadosamente seleccionadas para permanecer hasta la primavera. Hasta entonces, nadie las tocará. Si resiste la tentación de cortar las plantas herbáceas perennes, puede disfrutarlas en sus formas esqueléticas invernales; los pájaros también se lo agradecerán». Las inflorescencias de Galatella sedifolia y los tallos arqueados de Aruncus ‘Horatio’ persisten durante el invierno, mientras que las plumas de la gramínea de hoja persistente Panicum virgatum ‘Northwind’ agm permanecen notablemente erguidas.
Escarcha en los jardines de Beth Chatto
En el jardín de grava (Gravel Garden) de Beth Chatto Gardens tienen claro que las heladas delinean la estructura de plantas herbáceas, semillas, ramas desnudas y árboles de hoja perenne, resaltando sus características arquitectónicas individuales. Destacan especialmente las semillas escarchadas de plantas del género Allium, Phlomis, bupleurum y eryngium. Pero el repertorio es amplio.
Destacan también que, en los diferentes jardines de Beth Chatto, el momento mágico se produce temprano en la mañana, “antes de que el sol atraviese las ramas casi desnudas y elimine el rastro de escarcha que aún se adhiere al suelo”.
Pero también tienen en cuenta que, puesto que algunas plantas “se niegan a morir con gracia”, lo más recomendable es cortarlas hasta el suelo tan pronto como empiecen a marchitarse. Es cierto que lo ideal es posponer la poda de los tallos y cabezas de semillas de las plantas herbáceas perennes hasta el final del invierno, por las ventajas ornamentales y ecológicas que esto conlleva. Sin embargo, argumentan con buen criterio, que cortan los tallos muertos cuando ya no permanecen en posición vertical y, por lo tanto, pierden su valor ornamental; o cuando comienzan a desintegrarse y lo único que se consigue es que ensucien el jardín.
Escarcha en los jardines de RHS Garden Rosemoor
La estructura del jardín de invierno de RHS Garden Rosemoor se hace visible ya en diciembre, con árboles como Acer griseum, uno de los favoritos de Jonathan Webster, curador de esos jardines, que destaca la belleza de la corteza descascarada de color canela de ese arce cuando el sol de invierno la refleja. Las coníferas suelen lucir mejor en invierno, ya que las heladas definen su follaje y algunas incluso cambian de color, como el Pinus strobus ‘Louie’, que se vuelve de color amarillo dorado en los meses más fríos.
En este jardín de invierno también es especialmente atractiva la imagen que proyectan los arbustos mediterráneos tocados por la escarcha, como el olivillo (Phillyrea angustifolia), un pequeño arbusto muy ramificado, con hojas estrechas y alargadas, que se distribuye por el Mediterráneo occidental y central.
Fotos: RHS, Beth Chatto , Vandalorum
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