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Albert Hebrard |
No son solo murales. Son un engaño, una trampa, una forma de representar una ilusión óptica tridimensional.
No digas que no tienes un jardín o espacio para crearlo, que tu jardín es pequeño o que ya no te gusta. No digas que no tienes terraza, balcón o ventana donde colocar un geranio o que no tienen vistas al mar. No digas eso, vamos a contar mentiras.
Grafitis y murales para cubrir fachadas en zonas baldías, en edificios, en obras, en medianeras y otras superficies, publicas o privadas; ese arte urbano cada vez más apreciado, se multiplica cuando los objetos se representan con tal detalle que crean una ilusión óptica tridimensional. Es la técnica conocida como trampantojo, que se basa en el uso del claroscuro y de la perspectiva.
Trampantojo | No creas lo que ves, o sí
Si consultamos el significado del término trampantojo (de «trampa ante ojo», del francés trompe-l’œil, «engaña el ojo») descubriremos que se trata de una técnica pictórica que intenta engañar la vista jugando con el entorno arquitectónico (real o simulado), la perspectiva, el sombreado y otros efectos ópticos y de fingimiento, consiguiendo una «realidad intensificada» o «sustitución de la realidad».
No es una técnica actual, ni mucho menos. El término trampantojo se originó en el Barroco, pero la técnica ya se utilizaba en tiempos de los Romanos y la Antigua Grecia. En el Renacimiento, los pintores italianos comenzaron a pintar escenas en los techos y esa técnica se aplicaba de abajo a arriba (di sotto in sú”) para crear la impresión de espacios más amplios vistos desde abajo.
Nada es del todo verdadero, o casi nada. En este caso, suele tratarse de una parte de ese escenario real que, por un motivo u otro, queremos intensificar o, tal vez, suavizar. Dar color. Llenar de aventura o desventura. Quien sabe, cualquier fantasía le vale al trampantojo para contarnos una historia ficticia que cambie el aspecto que ofrece el panorama real.
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Juliette Leenhardt | vysages.fr |
Ilusiones ópticas que crean jardines
En ocasiones, son murales que pasean a diario por las redes sociales. Especialmente, los realizados a base de pintura con tizas de colores en perspectiva sobre pavimentos, murales que parecen querer salir para invitarnos a entrar.
Pero hoy quería centrarme especialmente en aquellos ejemplos en los que la ilusión óptica está directa o indirectamente relacionada con jardines y paisajes. Ilusiones que nos trasladan a praderas; que nos muestran hojas, flores o macetas. De muros llenos de verde a rabiar, que parecen plantas y jardines reales. De rojo, amarillo y otros muchos colores que cubren espacios interiores y, muy especialmente, muros exteriores (medianeras o espacios de muro entre vanos reales). Son fachadas que regalan paisajes que no existen pero que, sin embargo, vemos; nos gustan y no podemos dejar de mirar.
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keroart.com |
En la actualidad podemos encontrar infinidad de creadores autónomos y empresas capaces de «hacer un jardín» donde apenas hay espacio. De agrandar el espacio, público o privado, cuando se requiere. De «abrir las puertas», por ejemplo, a la Sala de la Barca del Palacio de Comares (Alhambra) desde la piscina. De llevar la selva tropical a un apartamento de la ciudad. Creadores que por “arte de magia” convierten un contenedor en una encantadora casa rural.
El resultado son ciudades en cuyos muros crece la flora sin necesidad de regarla. No son jardines, necesitamos jardines de verdad, pero si el que tenemos no es suficiente, se convierte en una ayuda innegable, una extensión necesaria o un reclamo excelente para lograr espacios ajardinados reales. Mientras tanto solemos decir que de ilusión también se vive… y a veces, se vive muy bien.
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Patrick Commecy |
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