Las flores cortadas no son siempre bienvenidas, porque solemos decir que tienen que vivir en su propia planta. También es cierto que ocasiones esos pellizcos que tenemos que hacer a alguna que otra planta para ordenarla, dejan en la mano tesoros que es un veredero sacrilegio tirarlos.
Del jardín al jarrón
Del jardín al jarrónsignifica, no solo que la flor estará fresca, sino que, por arte de magia, serás capaz de llevar un poquito de aquel encanto que has disfrutado fuera, al interior de la casa. Por eso, cuanto más espontáneo resulte, más auténtico será ese recuerdo, convirtiéndose en un ramo fresco en todo el sentido de la palabra.
Durante esta primavera y comienzos del verano los ramos que hice son similares a los que he mostrado en otras ocasiones, formados por varas florales y alguna que otra rama verde que se “reúnen” en mi mano izquierda, mientras la derecha las pinza con los dedos o la tijera. De la mano, al jarrón y del jarrón a casa. Todos parecen iguales, pero no son los mismos. Y entre una cosa y otra, salieron pequeños ramos, más o menos bellos, pero recién salidos del jardín y del corazón.
Una de las ventajas de dejar crecer (o ayudar a hacerlo) plantas silvestres en el jardín, es que resulta delicioso mezclar sus flores o ramas con las de las plantas cultivadas. Siempre lo hago y siempre me gusta esa combinación.
“ingredientes” frescos
Scabiosa, Centranthus ruber (valeriana roja), gaura lindheimeri, Pelargonium capitatum (malvarrosa), Jacobaea maritima (Senecio cineraria), Osteospermum (dimorfoteca), Salvia farinacea (salvia azul), Viburnum odoratissimum (viburnum dulce), Petroselinum crispum (perejil), hydrangea macrophylla (hortensia) y… suma sigue, lo que pilles.
Flores frescas para iluminar el día