Los perfiles de Instagram se acaban convirtiendo en un álbum de emociones, de estados de ánimo. También son un guiño esos momentos en los que crees estar inspirado y quieres dejar testimonio de ello. Son jardines y flores, y más. Detalles que se agrandan cuando la cámara los captura en solitario.
No es un álbum de recuerdos, sino un cajón de sastre donde se guardan menudencias… Una flor o muchas. Una casa roja o una carretera solitaria donde agaves en flor anuncian su final. Son macetas de arcilla donde han crecido ya muchas plantas y buzones donde no puede llegar ningún email. Son farolas apagadas junto a washingtonias (Washingtonia robusta) muy crecidas. Esas revistas que lees, donde encuentras imágenes e ideas realmente inspiradoras; y alguna que otra escapada que atrapas para traer de vuelta a casa recuerdos. Buganvillas que explotan y arbustos muy coquetos moldeados por el hombre. Luces y contraluces y alguna que otra cerveza para refrescar el día.
Son instantes, a veces bagatelas, que han llenado durante algunos días de verano mi perfil de Instagram. Os invito a pasear por él en este enlace. Se acaban las vacaciones para algunos, pero las ilusiones no, esas no debemos despreciarlas nunca, porque sirven también en otoño e invierno, y para cuando quiera llegar de nuevo la primavera, nos servirá también.